De vuelta al ruedo. En silencio, Cristina Kirchner construye su base política y electoral en el interior de país con miras a su candidatura 2019.

Desde hace tiempo se llamó a silencio y mira como expectadora de lujo la crisis de la economía en el país que le viene como anillo al dedo para sus aspiraciones presidenciales 2019. No aparta los ojos de las encuestas que le dan la razón: sigue siendo la candidata de la oposición que mejor mide con alrededor del 30 por ciento, más o menos. Con toda esta información, la expresidente puso primera y de la mano de La Cámpora, comenzó el armado de su partido, Unidad Ciudadana, en todo el país con el objetivo de crear una coalición opositora fuerte que enfrente a Mauricio Macri el año próximo.

En esta misión no está sola ya que en la tarea de tender puentes trabaja Felipe Solá, que es diputado nacional del Frente Renovador (massismo) pero que ya saltó a la cancha como candidato presidencial abrazado a la bandera de una oposición unida.

Según detalla el sitio web de LPO, Solá recibe apoyo de Eduardo Eurnekian, el empresario que controla los aeropuertos y no logró una relación armónica con el Gobierno y que ahora amenaza con una demanda millonaria por la caída de la construcción de la represa Chihuido I en Nuequén.

Solá se mueve en dupla con su compañero Facundo Moyano, que tiene mandato hasta 2019 y quiere renovar por la provincia de Buenos Aires, donde Cristina sostiene márgenes altos de aceptación pero sigue sin confirmar su futuro aunque es un secreto a voces que busca revancha de las legislativas de 2017 y sueña con una crisis que transforme su pasado en futuro y pueda aspirar a un regreso triunfal a la manera de Perón.

Mientras, los líderes de La Cámpora, con Máximo Kirchner a la cabeza, comenzaron a apadrinar candidatos propios en cada provincia. El plan es tener una usina de Unidad Ciudadana lo más competitiva posible y recién después proponer un consenso con peronismo local para dirimir la lista final en primarias. O en un acuerdo intramuros donde no existen.

Sólo si no lo consiguen competirán con sello propio, un escenario que en 2017 le sirvió a Cambiemos para imponerse en Salta, Chaco y por un amplio margen en Córdoba. También en Mendoza, donde UC estuvo a un pelo de ganar la primaria peronista y sus verdugos perdieron por 20 puntos contra Cambiemos en las generales.

De todos modos, sin un presidenciable consolidado los gobernadores adelantarán las elecciones locales y se despegarán de la pelea por la Casa Rosada.

Muchos ya se lo anticiparon a Cristina, que puede hacer daño en contiendas locales con figuras como los diputados Sergio Leavy (Salta) y Pablo Carro (Córdoba). Y en octubre apadrinará a sus candidatos al Congreso debajo de su boleta o de quien apoye para enfrenar a Macri. Por ahora, el único kirchnerista de pura cepa que recorre el país es el diputado Agustín Rossi.

En la provincia de Buenos Aires está prohibido desdoblar elecciones y por eso el año pasado los intendentes le suplicaron a Cristina enfrentar a Cambiemos y mal no les fue: la mayoría retuvo la mayoría del Concejo Deliberante y evitó sobresaltos a fin de año.

Para que no deban hacer lo mismo los diputados provinciales de Sergio Massa presentaron un proyecto de ley en la Legislatura que propone desdoblar elecciones municipales, pero a Cambiemos aún no le convence. Al kirchnerismo tampoco. Fuente LPO


 


"El límite es Macri"


El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, aseguró ayer que el denominado "peronismo racional" -que integran los gobernadores peronistas y algunos legisladores- debe "estar" dentro del frente justicialista que compita en 2019 junto con el kirchnerismo, a la vez que subrayó que "el límite se llama Mauricio Macri".