La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue citada por la Justicia a declarar como sospechosa en la causa que investiga presuntos delitos en las operaciones de venta de dólares a futuro por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Según el expediente, esas operaciones ocasionaron millonarias pérdidas al Estado.
La medida fue dispuesta por el juez federal Claudio Bonadío, quien estableció para el miércoles 13 de abril a las 10 la declaración indagatoria de la exmandataria y además convocó al exministro de Economía Axel Kicillof y el exjefe del Banco Central Alejandro Vanoli. Se trata de la primera indagatoria que se le ordena a la expresidenta, a solo dos meses y medio de haber abandonado el poder que el kirchnerismo ostentó durante 12 años.
Solo el fiscal Alberto Nisman se había animado a pedir su indagatoria por el supuesto encubrimiento de Irán en el atentado contra la AMIA, requisitoria que debía respaldar un juez, pero el funcionario apareció muerto cuatro días después de su denuncia.
Ahora es Bonadío el que solicitó la convocatoria de la exjefa de Estado como sospechosa de haber cometido delitos en operaciones con dólar a futuro.
La causa fue abierta el 30 de octubre del año pasado a raíz de una denuncia del los entonces parlamentarios opositores Federico Pinedo (PRO) y Mario Negri (UCR), contra Vanoli por los contratos para venta de dólares futuros cerrados entre septiembre y diciembre del 2015, en los últimos días de la anterior gestión. La investigación no gira en torno a la decisión política-económica, que no es judiciable, sino ante la presunción de que la venta de dólares haya buscado beneficiar a funcionarios o empresas -o perjudicar a una futura gestión- como producto de la diferencia entre los precios pactados y los finalmente pagados por el Banco Central de la República Argentina tras el levantamiento del cepo cambiario.
Según denunciantes, mediante la celebración de contratos de futuros, el Central habría vendido dólares a un precio que rondaba los 10,65 pesos por unidad, por debajo del precio establecido en la Bolsa de Nueva York para este tipo de contratos (por entonces, alrededor de 14 pesos por unidad).
El mercado de dólar a futuro opera de la siguiente manera: los inversores compran contratos a futuro con un determinado valor del dólar. Aun cuando se pacten valores en moneda extranjera, este mercado opera en pesos, tanto para entrar como para liquidarse convenios.
El día del vencimiento, dicho inversor perderá si el precio del dólar oficial termina siendo inferior al estipulado. En ese caso, será dicho inversor quien ponga la diferencia. Ganará si el tipo de cambio (al día del vencimiento del contrato) supera al que figura en el convenio. En ese caso, será el Central quien ‘pague‘ la diferencia. A modo de ejemplo: si un interesado compra dólar a futuro previendo que a enero de 2017 (fecha de vencimiento) va a tener un valor de 10 pesos y para esa fecha de vencimiento la divisa estadounidense oficial cotiza a 15 pesos, entonces el BCRA deberá ‘poner de su bolsillo‘ esos 5 de diferencia. En ese caso, gana el interesado. En caso inverso, pierde.
Para obstruir una eventual devaluación, el Central, al final de la administración K, vendió gran cantidad de contratos de dólar futuro a un precio inferior al de mercado. Mientras Vanoli vendía contratos a 10 pesos, los inversores podían vender contratos a futuro a 14 pesos en Nueva York. En general, los especuladores ganan si compran contratos de futuro a un precio bajo, ya sea por previsiones de una devaluación o bien por contar con información privilegiada. En la causa a cargo de Bonadío la gravedad consiste en que, además de la amplitud de la brecha entre la cotización del contrato y la real del mercado, también se incrementó la cantidad de operaciones de manera inusual: se triplicaron los montos del nivel habitual de las transacciones. El magistrado señaló que la autoridad monetaria señaló números escandalosos en pérdidas a asumir por el BCRA. El juez deberá mirar las contrapartes, ya que si Argentina perdió lo que perdió es porque alguien lo ganó del otro lado. DyN, Télam y Efe