Mientras avanzan las investigaciones por el presunto femicidio de Cecilia Strzyzowski, el chofer Gustavo Obregón, empleado de confianza del clan Sena, se quebró y confesó ante los fiscales todos los detalles de su colaboración en el descarte del cuerpo de la joven que angustia a los chaqueños.

El 2 de junio, después de la hora del presunto asesinato, Marcela Acuña (suegra de Cecilia) envió un mensaje a Obregón que lee: "Andá a casa, parece que hay un cuerpo y tengo miedo porque a César (esposo de Cecilia) lo vi lastimado. Nosotros estamos por salir con Emerenciano Sena (suegro de Cecilia)".

Según Obregón, apenas llegó a la casa se encontró con una empleada, planchando. "Estaba buscando por todos lados y me imaginaba mil cosas por esto que me había dicho Marcela sobre este cuerpo". Recién se encontraría con el cadáver en el tercer cuarto que registró: "Puedo ver un bulto largo, envuelto", precisó, después de lo que corrió y llamó a su jefa.

Las indicaciones fueron estas: no decirle nada a Emerenciano, esperar a César, y hacer que la señora que limpiaba se retirara. Por otro lado, le permitió comunicarse con su pareja, Fabiana González, que llegó a la casa y fue a ver el cuerpo con Obregón.

Posteriormente, se comunicaron con Acuña, a quien González fue a buscar al barrio Emerenciano. César llegó nervioso y le pidió que lo ayudara a sacar el cuerpo, para llevarlo al campo. Pese a su negativa inicial, terminó accediendo: "Yo lo ayudé a cargarlo, porque César era como mi jefe; el orden de jerarquía era primero Emerenciano, después Marcela y después César", confesó. Se le indicó que debía llevar bolsas de basura y un bidón de nafta.

Luego, ambos hombres se dirigieron al campo donde el patriarca de la familia tiene un criadero de cerdos. Cuando llegaron, César bajó el cuerpo, envuelto en una frazada, lo roció de nafta, y lo prendió fuego. Obregón le hacía de campana. Haciendo un aporte que constató que César usaba el celular de Cecilia, para que su familia pensara que estaba con vida, sostuvo: "Pude observar que César estaba manipulando dos celulares. Vi por la luz, que él escribía en uno y después escribía en otro". Cuando lo indagaron sobre por qué no habló antes, Obregón dijo que estaba asustado.

El 6 de junio, César fue a buscar a Obregón a su casa, lo llevó a comprar bolsas de consorcio y luego al lugar donde estaba el cadáver, y lo instruyó a pedir una pala. "Yo le abro las bolsas a César y él comienza a cargar las dos bolsas, con la pala, juntando las cenizas desde el medio de la quema. Vi huesos chiquititos", precisó.

Los dos hombres partieron con las bolsas al Río Tragadero, donde Sena largó su contenido en el límite del río y la costa, para después prenderlas fuego. A la noche, fueron a buscar las pertenencias de Cecilia, y las descartaron en el barrio Emerenciano.