Las personas con coronavirus que superan internaciones en terapia intensiva deben enfrentar secuelas cognitivas, psicológicas y físicas por las cuales pueden llegar a desconocer a sus familiares o no poder interpretar indicaciones sencillas como identificar un color, consecuencias que abordan kinesiólogos, psicólogos y nutricionistas que buscan que el paciente se recupere.

"Hay pacientes que se despiertan desesperados, su cuerpo no les responde, a veces no reconocen a sus familiares o les pedís que levanten la mano cuando escuchen la letra A y no comprenden la consigna", explicó Jorge Rivera, jefe del Servicio de Kinesiología del hospital Teodoro Álvarez del barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires.

Este tipo de reacciones son frecuentes en pacientes que pasan varios días en cuidados intensivos, ya que están bajo el efecto de muchos fármacos.

Buenos Aires. El hospital Álvarez, el Fernández, el Pirovano y el Argerich concentran el trabajo de recuperación de pacientes en Ciudad de Buenos Aires. 

El promedio de internación en cuidados críticos de un paciente con coronavirus es de tres semanas y una vez que mejora es derivado a una sala de atención intermedia, donde comienza una ardua tarea de recuperación en la que deben intervenir diversos especialistas.

"Pedir un esfuerzo más al paciente", dice un cartel en la pizarra que da la bienvenida al cuarto de descanso de los profesionales que integran la sala de Rehabilitación Intensiva Post Covid del Hospital Álvarez.

Rivera, el jefe de kinesiología, sostuvo que "estos pacientes presentan delirium, polineuropatías, desnutrición. Es necesario tratar de recuperarlos lo antes posible para poder darles el alta y que sigan su tratamiento de manera ambulatoria, porque la rehabilitación completa puede llevar meses".

En este sentido, explicó que la recuperación física apunta al "área pulmonar y a la parte muscular, que se ve afectada por la inactividad, pero también porque es común que a estos pacientes se los coloque durante horas boca abajo y eso puede provocar una distensión en los músculos de un brazo".

Además de las dificultades para realizar ejercicios físicos "aparecen situaciones muy complejas; a veces, de la nada, un paciente irrumpe en llanto o te empieza a contar lo preocupado que está por la situación de la familia", apuntó el especialista.

Estímulos. Los especialistas comparten música y melodías con los pacientes para estimular la memoria y la motricidad.

"Ahora intentá levantarlo con las dos manos, lo más arriba que puedas", le dice Ana Rosanda, residente de kinesiología, a un paciente que apenas puede levantar una caja de jugo.

"La capacidad pulmonar de los pacientes se reduce mucho. Por eso si bien le insistimos en que haga un ejercicio más, tenemos que monitorear su oxigenación", detalló la mujer cuando comenzaba a sonar una guitarra desde la habitación contigua.

Los pacientes a veces llegan muy confundidos y con música se encienden distintas áreas del cerebro que estimulan la memoria o la motricidad y pueden activar respuestas cognitivas, explicó Rosanda, mientras observaba a su compañera tocando una guitarra mientras un paciente acompañaba con una pandereta y con un movimiento de cabeza.

"Muchos asocian la kinesiología con la recuperación muscular, pero estamos en las terapias programando respiradores y también tenemos que hacer recorridas en las salas de pacientes intermedios donde se controlan las secreciones", agregó.

"No podía mover las piernas, sentía que no me salían las palabras", explicó Edgar Mendoza, un remisero de 47 años que contrajo Covid-19 y que no integraba grupos de riesgo.

Mendoza fue diagnosticado en junio e internado por un cuadro moderado, pero dos días después ingresó a terapia intensiva, donde permaneció más de dos meses hasta que mejoró y fue derivado, ya sin el virus, a la sala de Rehabilitación Intensiva del hospital Álvarez para un tratamiento de "tres meses más".

"Ya no tengo Covid pero no puedo hacer nada sólo. Pasaron tres meses y todavía no puedo caminar, ni levantar el brazo y me aturden las luces", relata Mendoza, que utiliza un andador porque aún no tiene fuerza en las piernas y se agita con facilidad. Télam

  • Murió el jefe de la Policía de La Rioja

El jefe de la Policía de La Rioja, Rubén Garay, murió ayer tras agravarse el cuadro de coronavirus que le fue diagnosticado hace poco más de un mes, informó el Gobierno provincial.

Garay, quien según fuentes oficiales no padecía patologías de base, falleció cerca de las 7 en la provincia de Córdoba, adonde había sido trasladado en un avión sanitario tres horas antes.

Luego de contraer coronavirus, el jefe de la Policía riojana fue internado en la Clínica Mercado Luna, pero debido a su grave estado de salud se lo derivó al Hospital Enrique Vera Barros para una atención especializada, y el lunes por la noche los médicos decidieron su traslado a Córdoba, donde finalmente murió ayer por la mañana.

Garay era amigo personal del gobernador riojano, Ricardo Quintela, y lo acompañó en gran parte de su carrera política. Había sido designado al frente de la fuerza de seguridad al asumir el primer mandatario provincial en diciembre de 2019.