La vacunación contra el coronavirus, transcurrido ya el primer mes de 2021, confirma una presunción que desde diciembre la Argentina pretendió exorcizar: postergación sudamericana, en particular, y de los países periféricos en general. En la región, sólo Brasil y Chile han logrado hasta ahora conseguir una cantidad robusta y palpable de dosis para que sus campañas de inmunización no sean testimoniales o políticas, sino verdaderamente sanitarias.

La Argentina no ha podido todavía sumarse a ese pelotón que a fines de febrero también incluiría a Colombia. El promedio diario de vacunación contra el Covid-19 en nuestro país significa hoy la tercera parte del índice mundial: 0,06 vacunados cada cien habitantes a nivel global, contra 0,02 en Argentina.

La proporción local representa, al 30 de enero, alrededor de 9.000 personas inoculadas cada 24 horas, según se desprende de la información oficial que recopila el sitio Our World in Data. A ese ritmo se demoraría unos 13 años en vacunar a todos los argentinos.

Obviamente, eso no puede ocurrir. La provisión de nuevos lotes de vacunas procedentes sobre todo del laboratorio AstraZeneca, más las que aporte el mecanismo global solidario Covax, podría marcar una diferencia para evitar esa enorme y ridícula dilación. A eso se sumaría lo que finalmente vaya arribando a Ezeiza del hasta ahora imprevisible reparto ruso.

El mundo vacuna hoy a 4.200.000 personas por día. Sin embargo, los desequilibrios son evidentes: Israel inocula a 200 mil personas por jornada y eso representa 2 de cada 100 habitantes (100 veces más que Argentina); Estados Unidos tiene un índice de 0,4 (20 veces más que Argentina), lo que implica para ese país cerca de 1.300.000 personas cada 24 horas.

Si Argentina vacunara al ritmo de Estados Unidos, por ejemplo, demoraría apenas 587 días en inmunizar a toda su población. Es decir, menos de dos años, siempre y cuando las vacunas disponibles fueran aprobadas también para los menores de 18 años.

El Gobierno argentino logró su objetivo inicial de tener las primeras dosis contra el coronavirus antes de que terminara 2020. Esas 300 mil vacunas procedentes de Rusia le permitieron al país ser uno de los pocos en dar comienzo a su campaña antes del 31 de diciembre.

Sin embargo, los supuestos problemas de producción de la Sputnik V, sumados a las negociaciones eternas y por ahora infructuosas con Pfizer y con China, han provocado un freno en el plan nacional.

Brasil empezó a vacunar después que la Argentina, pero a un ritmo muy superior. En términos relativos a su población, el país gobernado por Jair Bolsonaro (uno de los máximos negadores de la pandemia) inocula 5 veces más: 0,10 habitantes por cada 100, contra los 0,02 del país gobernado por Alberto Fernández (uno de los máximos adalides del aislamiento).

En comparación con Europa, países como Francia, Italia, Alemania y España aplican entre 6 y 7 veces más vacunas por cantidad de habitantes que la Argentina. En Reino Unido la velocidad de la inmunización es 28 veces mayor. En contraste, la realidad sudamericana se ubica en niveles similares al argentino, salvo en los casos mencionados.