La desgarradora foto de los padres de Fernando junto a la tumba de su hijo.

Es domingo. Son casi las 11 de la mañana y, como cada fin de semana desde que se levantó el “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, Graciela Sosa (53) y Silvino Báez (47) llegan al Cementerio de la Chacarita. Cargan un par de sillas plegables, un ramo de flores y una mochila, de la que luego sacarán algunas velas y un cartel con el rostro de su único hijo, brutalmente asesinado por un grupo de rugbiers en la puerta del boliche Le Brique, en Villa Gesell.

A paso firme, el matrimonio se dirige hacia donde descansan los restos de Fernando. El trayecto demora unos minutos. Hay que caminar dos cuadras largas y bajar más de cincuenta escalones. Graciela y Silvino lo hacen tomados de la mano.

El nicho es el número 19208 y está ubicado en el pasillo número cinco de la Galería 18. Hay flores, flores artificiales, un winnie the pooh bordado a crochet, un escudo de Boca Juniors y un portarretratos con el rostro del joven de 18 años, sonriente. En señal de saludo, Graciela apoya las palmas sobre la tumba de su hijo. Silvino replica el gesto de su mujer y se persigna.

“Esta es nuestra vida ahora. Solamente podemos venir a un lugar oscuro a visitar una tumba. Nos quedamos vacíos eternamente”, dice Graciela acerca de la realidad que atraviesan ella y su marido desde el 18 de enero de 2020, fecha en que asesinaron a Fernando Báez Sosa.

La causa está caratulada como “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas” y por el hecho, que comprende la pena de prisión perpetua, se imputó a Máximo Pablo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Franco Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Michael Viollaz, Lucas Fidel Pertossi y Luciano Pertossi. Los acusados, actualmente detenidos en la Alcaldía N° 3 de Melchor Romero en La Plata, irán un juicio aunque todavía no se sabe en qué fecha.