Polifacético y excampeón del mundo de motonáutica, el gobernador bonaerense Daniel Scioli es uno de los principales precandidatos presidenciales, cuyas estrategias y estilos de comunicación se irán describiendo en estas columnas de publicación quincenal.
En el caso de Scioli (el primer precandidato de esta serie de artículos quincenales), se trata de una figura que se muestra serena e imperturbable ante los conflictos.
Exempresario en un negocio familiar de electrodomésticos, Scioli fue diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires desde 1997, luego secretario de Turismo y Deporte, después vicepresidente y dos veces gobernador de la provincia de Buenos Aires, donde habita el 38 por ciento de los electores argentinos, ganando las elecciones con un 48 por ciento de los votos en 2007 y con 55 por ciento en 2011. Ese liderazgo en la provincia de Buenos Aires fue puesto en duda en dos oportunidades, primero con la aparición de Francisco De Narváez en 2009 y en 2014 con el triunfo electoral de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.
¿K o no tan K?
Scioli, anotado en la larga carrera hacia la presidencia en 2015, tiene un dilema: si bien es parte del justicialismo y todos sus cargos electivos relevantes (excepto la diputación de 1997) los obtuvo en los mandatos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, no es considerado un paladar negro kirchnerista. Por lo tanto, existe asociación, aunque no plena, con las políticas nacionales.
Hay cantidad de ejemplos de políticas articuladas y coherentes con las del Gobierno nacional. Pero también existen otras muchas, como la declaración de la Emergencia en Seguridad de hace poco tiempo, que son medidas que difícilmente hubiesen salido del riñón nacional.
En ese punto, no siempre cómodo, se sitúa su vinculación con la presidente. Esta cuestión es percibida por la opinión pública, por lo que la correlación entre la imagen de CFK y Daniel Scioli no es perfecta. No todos los que aprueban la gestión de Cristina apoyan a Scioli, y viceversa. Aquí, como veremos más adelante, no sólo confluyen elementos de políticas públicas sino también de estilo político
Scioli style
‘En política, la forma es fondo‘ decía el mexicano Jesús Reyes Heroles. Es por eso que los gestos, modos y estilos cuentan, y mucho, en la definición de liderazgos y en la lectura de posiciones ideológicas.
En ese sentido, el estilo político de Daniel Scioli se ubica en las antípodas de los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (a quienes se dedicarán posteriores columnas).
Un personaje que se muestra sereno, imperturbable ante los conflictos. Con una comunicación optimista y repetitiva sobre sus issues o temas rectores (trabajo, educación, salud, turismo, deporte y, más recientemente, la seguridad).
Se han hecho muchas y buenas parodias de Scioli, mención hecha de la que lo muestra como Mahatma Scioli, que repite ‘con educación, con salud y con trabajo‘ ante cualquier pregunta que se le realice. También es famoso el video de la entrevista en la que dos periodistas, que llevaban más de 10 minutos intentando que dijera una frase fuerte sobre la presidenta, comienzan a reírse ante la imposibilidad de perturbarlo.
Ese es Daniel, esquivo ante las polémicas y ante las preguntas difíciles. Como humorada, cuando me hablan de Scioli, suelo preguntar: ‘¿Saben qué es lo que primero que hace cuando se levanta? Entra al baño y se sumerge en una pileta de vaselina, después sale y se pone el traje‘. Porque Daniel es resbaladizo.
Más allá de lo jocoso, ese estilo opuesto al de CFK le ha permitido mantenerse ante la opinión pública, aun gobernando una provincia tan grande, compleja y con problemáticas tan agudas como la de Buenos Aires.
La historia personal que cuenta (y muestra) es parte de su imagen pública. Casado con la exitosa modelo y empresaria Karina Rabolini, se muestra como una persona resiliente, capaz de superar la amputación de su brazo derecho, que no le impidió seguir adelante, recomponer su familia y convertirse en gobernador de la provincia más importante del país, gestionar crisis complicadas (como inundaciones, paros, desfinanciamiento, etc), y ser considerado como uno de los serios contendientes para la presidencial de 2015.
Sus principales desafíos: sostener en todo el país su imagen consolidada en el país, seguir caminando por el delgado hilo entre la continuidad y la diferenciación de lo nacional, generar un mayor consenso dentro del PJ para ordenar a su favor la interna que se viene y fortalecer su perfil como líder, tal vez con algún gesto firme de autoridad. La carrera está en marcha, y Daniel corre.