Buenos Aires, 18 de febrero.- En un procedimiento que realizó la AFIP en talleres textiles en los barrios de Mataderos, Flores y Floresta, en Buenos Aires, detectaron trabajo esclavo.

Los empleados, en su mayoría extranjeros, eran sometidos a trabajar y dormir en el mismo lugar. Estaban hacinados, desarrollaban su actividad de forma precaria, no tenían ningún tipo de cobertura y trabajaban hasta 15 horas diarias.

La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó una serie de operativos para controlar el empleo formal en la industria textil. Durante los mismos se encontraron más de 20 trabajadores extranjeros que desarrollaban su actividad en forma ilegal, que vivían hacinados en talleres clandestinos y que tenían una jornada laboral de hasta 15 horas. Algunos operarios declararon que trabajaban para la marca de ropa MAB.

En el procedimiento se fiscalizaron ocho talleres textiles y se relevaron a 36 trabajadores, de los cuales 24 no se encontraban registrados. En uno de ellos, ubicado en la calle Azul del barrio de Floresta, se constató que las prendas ya confeccionadas tenían adheridas etiquetas de la marca MAB.

En su mayoría, los trabajadores relevados están tercerizados y desconocen quién es su verdadero empleador. Sin embargo, son conscientes de que desarrollan la actividad sin cobertura social y que no les están haciendo los aportes para jubilarse. El secretario general de la Asociación Obrera Textil, Jorge Lobais, calificó de “criminal” al trabajo esclavo, apoyó la gestión de la AFIP en las denuncias que está llevando a cabo el organismo e instó a la Justicia a que “actúe con la mayor severidad que le permita la Ley” para terminar con esta opresión incalificable a los trabajadores.

La mayoría de los talleres se encuentran en un evidente estado de deterioro. Según detallaron los agentes de la DGRSS, en los ambientes se puede observar deficiencias tanto de luminosidad como de ventilación. Además, se registró la presencia de cables y llaves eléctricas expuestas que podrían provocar un riesgo para los operarios.

El taller de Floresta contaba con un subsuelo de reducidas dimensiones y carente de ventilación. Allí se constató la presencia de máquinas de coser apiñadas que, si bien no se encontraban ocupadas al momento de la fiscalización, estaban calientes al tacto y tapadas con mantas.

Asimismo pudo constatarse también la existencia de olores nauseabundos provenientes de los reductos que oficiaban, según los residentes, de baños y cocina.

El procedimiento consistió en practicar entrevistas a las distintas personas halladas en los talleres clandestinos. Se constataron irregularidades previsionales (falta de declaración esencialmente) y se labraron actas individuales en cada uno de los casos.