Modelo 50. El Cadillac que compró Perón apenas recorrió 18.000 km en seis décadas. Fue el presidente Mauricio Macri, fanático de los autos de colección, el principal impulsor de su restauración, aunque, por ahora, no lo usará.

El Museo Casa Rosada incorporó el auto presidencial Cadillac descapotable que compró el expresidente Juan D. Perón en 1955, restaurado sin costo por la Fundación Museo del Automóvil, que lo dejó en condiciones de ser utilizado nuevamente.

El auto fue encontrado en estado de abandono en un galpón de la Residencia de Olivos: "Fue un ejemplo más del descuido en que encontramos gran parte del patrimonio cuando asumimos el Gobierno, lo que, a su vez, ilustra el estado de descuido en que encontramos el país", dijo el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, al presentar el auto en el Museo.

Explicó que la recuperación del vehículo, así como los planes de obras para refaccionar la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, son acciones concebidas con el objetivo de "cuidar el patrimonio de todos los argentinos".

La Fundación Museo del Automóvil, con la colaboración voluntaria de más de 30 especialistas, se encargó de la reparación, sin costo alguno para el Estado.

Perón compró el vehículo en 1955, pero nunca llegó a utilizarlo porque fue derrocado en septiembre de ese año.

En cualquier caso, el vehículo fue utilizado para trasladar a visitantes ilustres de la Argentina, como el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, en 1960, y Charles de Gaulle, presidente de Francia, en 1964.

El Cadillac fue fabricado por la estadounidense General Motors y considerado un auto de lujo para la época; tiene un motor V8 de 5.424 centímetros cúbicos, con una potencia de 250 HP (caballos de fuerza), y una transmisión automática Hydra-Matic de 4 velocidades.

De alta gama. En este lujoso descapotable de GM también paseó al dictador Jorge Rafael Videla, Hugo Chávez, Ricardo Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa.

El auto tiene el estilo de los viejos clásicos americanos, está pintado de negro, con terminaciones en plata y llantas cromadas.

La restauración de la chapa insumió más de 60 días de labor e implicó la remoción de la pintura vieja, sin emplear métodos abrasivos, y el arreglo de los accesorios externos.

El carburador y la bomba de nafta mecánica fueron reemplazados por un nuevo kit de origen norteamericano, que se complementó con la sustitución de todas las correas (ventilador, bomba de agua y dirección hidráulica) y las mangueras de agua.

Príncipe Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, también usó este auto.

Los especialistas repararon a nuevo el motor eléctrico de arranque, la bomba de agua y la dirección hidráulica y reemplazaron el alternador por uno fabricado especialmente para ese tipo de motores.

La labor incluyó la limpieza profunda del sistema de enfriamiento, con una técnica que permitió conservar el radiador original del auto y la sustitución de los viejos rulemanes por los del tipo blindado, sin alterar la originalidad del cuerpo principal de la bomba.

La pintura interior abarcó el motor, la tapa de válvulas, la cacerola del filtro de aire, el recubrimiento del filtro de aceite, los encauzadores de aire, los soportes de alternador y la dirección hidráulica.

El limpiaparabrisas (del tipo sapito) fue restaurado a nuevo con su sistema original Vacum de vacío.

Los mecánicos retiraron tramos del cableado que no correspondían a la instalación eléctrica original y los reemplazaron por nuevos conductores que mantienen la función y originalidad. También sustituyeron los dos caños de escape y los cuatro silenciadores por nuevos de acero inoxidable.

El interior tiene nuevo tapizado de butacas, asientos, paneles laterales, traseros y puertas, que se elaboró con la utilización de cueros naturales vacunos que respetaron la originalidad del vehículo. Se reparó también el motor eléctrico que impulsa la bomba hidráulica del techo desplegable y reemplazaron la totalidad de las telas del cobertor.

Los restauradores señalaron que el auto está en condiciones de ser utilizado, ya que tiene sólo 18 mil kilómetros rodados.

"En movimiento es una obra de arte dinámica", dijo uno de los restauradores que, además, postuló que sea declarado como patrimonio nacional.