El emblemático buque rompehielos de la Armada argentina el ARA Almirante Irízar, ícono de las campañas en la Antártida, zarpó ayer desde el puerto de Buenos Aires para realizar una navegación de prueba, diez años después de que un dramático incendio en alta mar lo dejara inactivo.

Según un comunicado difundido por la Presidencia, el rompehielos realiza una navegación de ajuste de propulsión que servirá para verificar y ajustar los sistemas, equipos y motores con el fin de comprobar su respuesta ante diferentes exigencias.
Fueron más de 3.650 días los que lo separan de la fatídica noche del 22 de abril de 2007 cuando una cañería que transportaba gasoil comenzó a esparcir su contenido sobre el motor número 2 de la embarcación, desatando una infierno que amenazó con mandarlo al fondo del Atlántico Sur.

La nave estuvo dirigida hasta el incendio por el capitán Guillermo Tarapow, quien prácticamente no la abandonó desde que se desató el siniestro durante la madrugada que comenzó en el compartimiento de generadores cuando el barco estaba a unos 250 km de la costa argentina.

Los 296 tripulantes del rompehielos, que fueron evacuados sin inconvenientes, permanecieron entre cinco y siete horas en botes salvavidas y dos pesqueros los trasladaron a la sureña ciudad de Puerto Madryn.

Mediante las pruebas de navegación iniciadas ayer, el buque espera obtener la certificación final del Der Norske Veritas (DNV) de Noruega para que luego se incorpore a la fuerza naval antártica de la Armada Argentina.

Desde principios de 2010, el astillero de la empresa Tandanor se hizo cargo del buque para que pudiera volver a navegar.
En ese contexto, el Almirante Irízar fue sometido a un proceso de reconstrucción y modernización que lo convierte en una nave única en el hemisferio sur debido a su tecnología de última generación.

De acuerdo a un informe difundido por el Ministerio de Defensa durante 2015, los trabajos de reparación y modernización permitieron ampliar de unos 70 metros cuadrados a más de 400 la superficie destinada a laboratorios, de 76 a 83 la cantidad de camarotes y de 350 metros cúbicos a 650 la capacidad de trasladar combustible antártico. Esto implica que se incrementó ‘de 256 a 313‘ la cantidad de plazas (camas) disponibles para alojar a más personal técnico y científico.

Con el regreso del rompehielos Argentina recupera la capacidad de acceder por mar a su base más Austral, Belgrano II, al otro lado del mar de Weddell; también reincorpora la posibilidad de operar con los helicópteros embarcados en ese buque. Con esas modificaciones a cuestas, el Irízar volvió a navegar ayer por sus propios medios luego de 10 años. ‘Poner al Almirante Irízar nuevamente en servicio implica una visión estratégica sobre la presencia de Argentina en la Antártida’, reza el comunicado de Presidencia.