Productores de vinos y frutas de Argentina están extendiendo gradualmente su producción hacia el sur del país en busca de mejores climas para su desarrollo, en un desplazamiento influenciado por el calentamiento global.

El aumento de las temperaturas, que según estudios locales afectará el cultivo de vid y la producción frutal, está convirtiendo a los fríos inviernos de la región patagónica en un "seguro" ante cambios climáticos.

Además de la vid, la planta cuyo fruto es la uva, y la tradicional producción de manzanas y peras, de la que Argentina es el mayor exportador mundial, el sur argentino está registrando un incremento de cultivos de olivo, almendro, avellano y cereza.

La vid "tiene una vida útil superior a los 10, 15 años y son mucho más vulnerables que cultivos anuales frente a la situación del clima", dijo Pablo Canziani, un físico experto en cambio climático de la Universidad Católica Argentina que conduce un estudio para evaluar el impacto de la variabilidad climática en el cultivo de vid.

Argentina, quinto mayor productor mundial del sector, exportó vino envasado y a granel por casi 850 millones de dólares en el 2008.

Canziani, que trabaja junto al Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), dijo que parte de los productores de vino ya están tomando medidas ante los problemas que traerá la variabilidad climática, pero advirtió que algunos "no han visto la magnitud del problema".

En el llamado Alto Valle de la provincia de Río Negro, que registró una mejora en las condiciones para algunos cultivos, entre ellos de vid, muchos productores comenzaron a plantar de manera intuitiva, sin que mediaran estudios previos. Otros, alertados por previsiones desastrosas sobre los efectos del calentamiento global en la productividad agrícola, están experimentando en regiones más apartadas y no tradicionales para la industria vitivinícola, como la provincia de Chubut, al sur del paralelo 42, también en la Patagonia.

El aumento del interés por producir en el oeste de la Patagonia argentina es notorio, según empresarios y ejecutivos de compañías ya en funcionamiento en esa región.

"Nos consultan muchísimo por radicación de otros lugares, posibilidad de ubicar sus bodegas (…) hay una reactivación de toda esta zona", dijo José Barría, gerente de producción de campo de Bodega del Fin del Mundo, en la localidad neuquina de San Patricio del Chañar, donde desde 2001 se plantaron unas 1.600 nuevas hectáreas de vid y 500 de fruticultura. En el lugar ya se radicaron siete bodegas.

En la vecina Río Negro también está aumentando el interés por las tierras.

"Esta es una región muy apta para producciones finas, acotadas, es una región fría, los cultivos no producen abundantemente, y cuando esto sucede tienden a producir en general productos concentrados y de muy buena calidad", dijo Juan

Martín Vidiri, gerente de Bodegas Humberto Canale.

Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, en el 2008 poco menos del 2% de las plantaciones de vides correspondieron a provincias patagónicas, pero expertos afirman que la tendencia es de un aumento lento aunque constante.

"Por primera vez se empieza a ver la Patagonia con otros ojos, hay muchas posibilidades, hay mucha tierra, muy buen agua, y todo un paquete de tecnología que se puede adaptar perfectamente a muchos cultivos de esta región", dijo Barría.