Lentamente, vecinos de Tolosa y Ringuelet, en la periferia de La Plata, intentaban ayer recomponer sus viviendas y permanecían en su mayoría sin luz ni agua, tras el temporal del martes por la tarde, que dejó un panorama desolador de pérdidas sin precedentes y al menos 51 muertos confirmados y 20 desaparecidos.
En una recorrida por la zona, Télam pudo relevar que en las calles, que van de 116 a 7 y de 528 a 516, el agua cedió y se puede circular con normalidad, pero muchos vecinos permanecen sin luz ni agua y limpiando las viviendas y autos que fueron inundados por el temporal. Aún quedan 514 personas evacuadas.
Por las calles, hay refuerzo del personal policial, pero la mayoría de los comercios atienden a través de la persiana, por temor a saqueos o robos oportunistas. Según informó el ministro de Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, hubo 16 denuncias de saqueos al 911.
María Cristina Nuci, de 53 años, mostró el interior de su vivienda y contó cómo la tormenta hizo ceder el cielorraso. “Vivo acá de toda la vida y nunca sucedió algo igual, tengo a mi mamá discapacitada y aún estoy sin luz ni agua, ni hemos recibido ayuda”, manifestó.
“Es imposible recuperarse de esto, se me arruinaron muebles, las paredes, el techo y yo trabajo en casa de familia, así que no va a ser fácil”, dijo la vecina que habita en 117, entre 524 y 525.
En el barrio, los vecinos relataron una y otra vez cómo los afectó la tormenta y todos coincidieron en que es un hecho ‘sin precedentes‘, mientras en las calles predomina el barro y el olor a humedad, en un paisaje de butacas de autos, muebles, libros, ropa, camas y colchones secándose al sol.
Rosa Beluccio, que vive hace 30 años en 116 y 521 con sus 6 hijos y 3 nietos de corta edad, detalló a Télam que necesitan “colchones y ropa porque perdimos todo, también se nos arruinó el televisor, pero es lo de menos, lo importantes son colchones y ropa para los nenes. Necesitamos ayuda”.
En la esquina de 5 bis y 517 bis, en Ringuelet, Pedro Miera permanecía parado en la vereda junto su hija Cristina, su yerno Jorge y sus dos nietas adolescentes con puertas y ventanas abiertas para ventilar la casa, con camas y muebles de dormitorio al sol, con la esperanza de poder recuperarlos.
“Los colchones no se recuperan más y ayuda todavía no recibimos. Encima el agua venía engrasada por el combustible de los autos, un desastre”, explicó Jorge.
En las paredes, una línea horizontal oscura, siempre de más de un metro y medio de alto, marcaba hasta dónde llegó la crecida, y en los alambrados colgaban restos de plásticos, papeles, telas y otros residuos que dejó el agua al retirarse.
Cada casa era una historia donde se había soportado el pico del temporal de diversas maneras, como la de Julio, un carpintero que tomó dos puertas que tenía para un trabajo y las puso en el techo de su viejo automóvil, en el garaje, y permaneció sobre ellas hasta el amanecer junto a su esposa y su hija.
Luis, quien dijo hacer changas de todo tipo y vive en la misma cuadra con sus cuatro hijos de 4 a 12 años, escapó con urgencia cargando a los más pequeños, ya que la inundación superaba la altura de éstos y luego los dejó en casas de parientes.
En una avenida cercana, frente a kioscos y almacenes que atendían a través de ventanas y puertas enrejadas, se formaban largas filas en busca de velas y pilas, como insumos de primera necesidad.
Fabián, un albañil, contó allí que estaba cenando con su mujer, sus tres hijos y dos parientes cuando el agua los sorprendió, pero subieron rápidamente a la losa de su vivienda en construcción y armaron una carpa, donde se refugiaron hasta el mediodía. Anoche, alrededor de 160 mil vecinos de Capital, el conurbano y La Plata seguían sin luz.