Casas con enormes estatuas de madera en el portón de ingreso, cabañas construidas íntegramente de palos, calles de tierra llenas de sombra, casi todas las casas con piletas y hasta un lujoso complejo de cabañas de alquiler. Hasta hace 30 años, en esas 1.050 hectáreas había chacras, viñas y parrales, y hoy, Villa Tacú, en Zonda, es el country más elegante de San Juan, que todos los fines de semana se llena de camionetas 4×4, motos enduro y gente de todo el país.

"Aquí vienen turistas de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y muchos de San Juan. Todos los fines de semana estamos llenos", dijo Dora Castro, que administra el hotel El Portal. El lugar se convirtió en el más elegido por los sanjuaninos para descansar del constante trajín diario de la ciudad. Muchos de los propietarios de las lujosas casas viven de lunes a viernes en el Gran San Juan y el fin de semana buscan el descanso en el paradisíaco lugar.

Villa Tacú comenzó a gestarse a principios de los años ’80, cuando los herederos de don Emilio Argentino Sancassani decidieron dejar de producir uvas, verduras y frutales de todo tipo, en la finca de más de 1.000 hectáreas. Entonces don Edgardo Benito, primero, don José después y las hermanas Nelba y Daisi decidieron lotear las hectáreas de parral que allí tenían. Antes, el Estado les había expropiado 600 hectáreas para la construcción del espejo de agua del dique de Ullum.

"El metro cuadrado de tierra lo vendíamos a centavos, comparado con los que cuesta ahora. Creo que era 1 ó 2 pesos. Actualmente, los que tiene lotes y no construyeron, piden hasta 30 pesos el metro cuadrado", dijo José Sancassani, el único de los hijos de Emilio que todavía vive en la vieja casona paterna, el único lugar que conserva la arquitectura de principios del siglo pasado.

Si bien el loteo comenzó junto con la llegada de la democracia, fue recién una década después cuando comenzó a poblarse. Entonces, ese lugar tranquilo que todos conocían como "Zonda Viejo" pasó a ser Villa Tacú. La constitución de la unión vecinal fue lo que determinó ese nuevo nombre, en honor a un aborigen que habitó la zona. Actualmente hay unas 140 casas y quedan alrededor de 60 lotes sin construir, pero ninguno está a la venta.