El "corralito" bancario en Argentina, de cuya creación se cumplen veinte años, constituyó un "salto al vacío" que aceleró el estallido de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas del país.

Hoy se cumplen dos décadas de la publicación en el Boletín Oficial del decreto de necesidad y urgencia (DNU) 1.570 que marcó el comienzo del "corralito", la medida que dio paso al congelamiento de depósitos bancarios y que derivó en una crisis institucional que terminó con el mandato del expresidente Fernando de la Rúa.

Aunque la actividad económica se recuperó en años subsiguientes, aquella crisis dejó secuelas cuyos efectos aún perduran: Argentina, que sufrió una profunda recesión entre 2018 y 2020, sigue endeudada, con alta inflación y problemas fiscales.

El temor a quedar de nuevo preso del "corralito" sigue rondando en la cabeza de muchos, mientras que los inversores internacionales no se olvidan del default del 2001 y las reestructuraciones de deuda posteriores.

Violencia. El corralito provocó una ola de protestas y saqueos que culminaría con las violentas jornadas del 19 y 20 de diciembre y la renuncia de De la Rúa. 

El 1 de diciembre de 2001, luego de corridas en la city porteña, en donde reinaba la desconfianza y el riesgo país se iba por las nubes -hasta 3.340 puntos-, el por entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, anunciaba el congelamiento de los depósitos en dólares existentes en los bancos, que sumaban 16.000 millones de dólares en cajas de ahorro y alrededor de 42.000 millones en plazos fijos.

Esa medida determinó que todos los depósitos en dólares quedaban atrapados dentro del sistema y no podían retirarse en efectivo, con un límite de extracción de 250 pesos por semana. Por otro lado, los plazos fijos se mantenían congelados.

Argentina estaba en recesión desde 1998. Después, los mercados internacionales quitaron apoyo.

Esta medida golpeó con fuerza al pequeño ahorrista, así como a jubilados, y fue uno de los últimos manotazos de ahogado de una cantidad de medidas puestas en marcha desde fines del 2000, -en un momento de fenomenal crisis financiera- al que acudió el gobierno de la Alianza encabezada por el radical Fernando de la Rúa para cumplir su promesa electoral de mantener la convertibilidad: 1 peso igual a 1 dólar.

La fuga de capitales de grandes inversores y empresas extranjeras venía dándose desde el año anterior y terminó afectando a todo el sistema financiero.

Para esa fecha, la Argentina había disminuido a la mitad en menos de un año el total de reservas internacionales, ya que las mismas pasaron de 36.000 millones a principios de 2001, a alrededor de 15.000 millones en el último mes del año (actualmente están en unos 42 mil millones de dólares).

En medio de tanta complicación, los organismos financieros internacionales le habían cerrado el grifo a Argentina, y varios bancos pedían la quiebra.

El corralito le puso un tapón a la salida de depósitos pero no solucionó la crisis financiera, ya que la Argentina venía de 3 años de recesión y una fenomenal crisis de deuda.

El "crack" de 2001 hizo estragos en la economía, que se derrumbó 10,9% en 2002, con una pobreza que se disparó al 57,5% (según estadísticas oficiales, llegó a 40% en la primera mitad de 2021) y el desempleo que saltó al 24,1% (actualmente ronda el 10%).

Tras los fatídicos 19 y 20 de diciembre, con represión, muertos y la caída de De la Rúa, se abrió un período de un mes con cinco presidentes, default de deuda pública y los subsecuentes defaults privados.

Temor. La desconfianza en la solidez de las entidades y el temor a una devaluación condujeron al corralito.

Apenas asumido, el gobierno provisional de Eduardo Duhalde impuso un "corralón" y una salida de los depósitos a una paridad de 1,4 pesos por dólar.

A partir de allí se fue rearmando una economía en pesos, para cerrar el corralito un año después, bajo el mandato del presidente Néstor Kirchner, aunque no pudieron evitarse los juicios a los bancos y al Estado de ahorristas que pedían por la recuperación del valor real de los ahorros en dólares.

A fines del 2000, de la Rúa había logrado apoyo internacional al plan del 1 a 1 y obtuvo un "blindaje" financiero, con una inyección de 40.000 millones de dólares entre préstamos, con el apoyo del expresidente de EEUU Bill Clinton.

Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), la receta recomendada era devaluación. Pese al "blindaje", la crisis continuó en el verano de 2001.

De la Rúa acudió entonces al padre de la convertibilidad, Domingo Cavallo, quien había instaurado el sistema 10 años antes, durante el primer gobierno del peronista Carlos Menem.

Todo lo que siguió a partir de la designación de Cavallo fueron medidas que en vano intentaron mantener a flote la convertibilidad.

En medio de ese contexto vino el default y la devaluación. Para el economista Jorge Colina, "la salida de la convertibilidad en 2002 abrió la puerta a volver a financiar el déficit fiscal con emisión monetaria, que es lo que nos llevó a la crisis que tenemos ahora". Salvo contados años, desde 2002 Argentina ha tenido índices de inflación anual mayores a dos dígitos. De hecho, acabará este año con un salto cercano al 50%, mayor al 41% que se registró en 2002. Télam