Muchas veces, en la pareja, la violencia verbal comienza en secreto. De hecho, cuando algunas mujeres lo cuentan no les creen. En general la violencia verbal va creciendo en el tiempo, no es algo que disminuya o desaparezca. La mujer suele minimizarla y justificar a su pareja, con el estrés laboral, con los problemas cotidianos, y termina modificando su actitud y creyendo que de esa manera él va a cambiar o se va a calmar. Hasta que recibe nuevamente un insulto…

La agresión verbal duele y deja marcas. El verdadero amor no duele.

Los hombres que ejercen violencia física o verbal son personas que tienen el machismo incorporado. Vivimos en una cultura patriarcal. Los filósofos antiguos consideraban a la mujer un ser intermedio entre el animal y el varón. Fonseca decía: “Y puso Dios cabellos largos en la mujer que son como las riendas que el hombre ha de tener en sus manos para guiarla”… Todas esas ideas obviamente han hecho que también aparezcan los roles petrificados: el varón es “el macho”, el proveedor, el racional; la mujer es débil, dependiente y emocional.

Estos son algunos ejemplos de violencia psicológica:

· La desigualdad. Cualquier tipo de desigualdad entre un hombre y una mujer hace que la relación no sea pareja.

· La competencia.

· La contradicción.

· La humillación.

· Las amenazas.

· La trivialización.

· La negación.

La frase que un maltratador acostumbra repetir a su víctima es: “No tenés nada en la cabeza”. Cuando eso se convierte en un hábito, tiene lugar un fenómeno psicológico que hace que la agresión se vuelva invisible y la persona se termine acostumbrando.

Es necesario aclarar que el maltrato no solo surge de los varones. Así como hay hombres que descalifican a las mujeres, también hay mujeres que descalifican a los hombres y parejas que se descalifican mutuamente.

La agresión directa es la más evidente: “No servís; no valés; no te quiero”. Pero existe una violencia que no es tan conocida aunque es muy común: la negatividad. Ser negativo también es una manera de ejercer violencia. Por ejemplo, alguien comenta: “Conseguí trabajo” y otra persona le dice: “Vamos a ver cuánto te dura… ¡seguro te van a echar!”. O de manera más sutil: “Yo no te lo digo para que te sientas mal”; o “no es mi intención hacerte sentir menos”. Ahora, si lo está haciendo, ¿por qué negarlo?

¿De qué otras formas se puede ejercer violencia?

· Controlando: El pensamiento inconsciente del controlador es: “Te acepto como sos pero en el fondo voy a controlarte porque quiero cambiarte”.

· Siendo pasivo: La persona pasiva-agresiva habla despacio y lento. Parece inofensivo pero en cualquier momento puede ejercer violencia con lo que hace, dice y sobre todo deja de hacer.

· Burlándose: El burlador hace una broma pero no para que haya una risa simétrica, sino para que haya risa sobre el otro.

No hay manera de cambiar a una persona agresiva o violenta. La fantasía (o el mito) de muchos es: “Con mi amor lo/la cambiaré”. Lo cierto es que nadie puede cambiar a nadie. Apenas podemos modificar cosas en nosotros mismos, si y solo si estamos dispuestos a hacerlo.