A un año de alud en Tartagal, los pobladores del lugar reclaman por promesas incumplidas, mientras ronda el miedo de que vuelva a pasar la misma catástrofe. Con impotencia y angustia, los tartagalenses siguen reclamando la ayuda que se prometió luego de que el 9 de febrero del 2009 un alud de lodo tapara gran parte del castigado pueblo salteño.

Numerosas casas fueron demolidas por la masa de barro, muchas quedaron inhabitables, y otras seriamente dañadas. "Recién ahora están reparando las calles. Esas montañas de barro están desde el año pasado", asegura Nicolás Guerrero. El hombre de 73 años, que por problemas de salud no puede trabajar como electricista, al igual que otros vecinos después del desastre natural nada recibió para reponer su propiedad destruida. Nicolás entiende que no lo ayudaron porque nunca se quedó callado, siempre protestó ante el intendente Sergio Leavy, quien debe ser sometido a juicio político por "irregularidades administrativas y contables"."Mi único medio de subsistencia era ese horno de barro que quedó destruido", cuenta el hombre mientras muestra las ruinas. "Ni eso me han dado".

"¿A dónde vamos a ir? Esta casa nos costó esfuerzo. El Gobierno nos hizo una pared al costado, es lo único que recibimos de ayuda", dice Jorge Pecho, habitante de la zona.

En el Barrio Santa María aún permanecen tirados los árboles que el temporal arrancó, mientras entre los pobladores existe cierta sospecha sobre el destino de millones de pesos destinados a la reconstrucción y la indemnización de los damnificados.

La semana pasada, al entregar 44 casas, el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey dijo que la inversión en Tartagal es "la importante de la historia" para la ciudad. Sin embargo, hasta aquí se entregaron 130 viviendas, menos del 20% de las 747 que están programadas para beneficiar a un total de 4.100 personas.