La niña que fue rescatada de una alcantarilla en Córdoba, donde permaneció junto a su madre muerta, seguía ayer internada en estado ‘grave‘ dado que sufrió heridas cortantes, aplastamiento de un muslo que complicó sus funciones renales y su estado neurológico ‘no es nada bueno‘.
Así lo reveló ayer el director del hospital de Niños, Néstor Perotti, quien advirtió que al pasar gran cantidad de tiempo en el interior de un desagüe ‘probablemente haya ingerido agua contaminada‘, por lo que también la trataban con antibióticos. ‘Una infección que pase a la sangre desde su piel o los intestinos por la ingesta de elementos contaminados puede ser letal‘, apuntó el médico.
La niña, que ingresó el domingo pasado al hospital, pasó varias horas aferrada al pecho de su madre, Paola Acosta, quien fue asesinada probablemente el miércoles por la noche.
Según el último parte médico, la niña quedó internada en Terapia Intensiva porque ‘está grave‘. Perotti explicó que la nena ‘tenía un síndrome de aplastamiento sobre el muslo y eso hace que se liberen sustancias que pueden bloquear la función del riñón‘. ‘Además presenta heridas punzo cortantes en el tórax, en el dorso y en la base del cuello que no están en buenas condiciones‘, acotó.
El director médico indicó también a radio Cadena 3 que ‘si bien no está con respirador artificial su estado neurológico no es de nada bueno por todo este desbalance que ocurre‘. Asimismo, aludió a las condiciones que afrontó la niña de un año y nueve meses en el interior del sumidero, al sostener que los bebés se deshidratan rápidamente y ‘probablemente haya ingerido agua contaminada‘.
De todas formas, no descartó posibles ‘complicaciones infecciosas, renales y neurológicas‘.
Según datos preliminares de la autopsia, Paola (36 años) fue asesinada a puñaladas y su cuerpo fue arrojado a un desagüe, donde fue encontrada el domingo con su beba. Hasta ahora, el único imputado es Gonzalo Lizarralde, el padre de la beba, quien tuvo una relación ocasional con Paola.
Luis Acosta, padre de la asesinada, expresó su temor porque el principal sospechoso del hecho ‘es un hombre de mucho dinero‘ y podría entorpecer el avance de la Justicia, a la vez que consideró que en lo ocurrido ‘hay otra gente implicada‘. Lizarralde había mantenido diferencias con Paola por la manutención de la niña luego de que un análisis genético confirmó su paternidad. Acosta y su hija Martina fueron vistas por última vez el miércoles cuando Lizarralde acudió a abonar la cuota alimentaria al domicilio de la víctima.
Gonzalo Lizarralde (33 años) trabaja repartiendo los sandwiches que elabora su familia. Fuentes: DyN y Télam