
Sentados en el cordón de la vereda, trepados a los contenedores de basura o aprovechando un privilegiado balcón sobre la avenida Libertador, miles de personas desafiaron el frío para sumarse al desfile militar con el que las Fuerzas Armadas celebraron en el barrio de Palermo el 207 aniversario de la Revolución de Mayo.
Eran las 11.30 cuando el general de brigada José Antonio Saumell Robert, subido a un jeep militar, pidió autorización al ministro de Defensa, Julio Martínez, para dar comienzo al desfile. La banda del Regimiento de Patricios ‘Tambor de Tacuarí‘ se preparó entonces para marcar el paso. Los músicos ya se habían ganado varios aplausos mientras ‘calentaban‘ la previa, con canciones del cantante español Enrique Iglesias.
Francotiradores camuflados con imitaciones de vegetación cayendo desde sus cabezas, equipados con esquíes, vestidos de naranja para la Antártida, con trajes de buzos y mujeres levantando fusiles con bayonetas, fueron algunos de los uniformados que dejaron a los chicos boquiabiertos, y también a muchos mayores, que se acercaron sin niños como excusa.
El lunes próximo, Divina cumple 85 años y quiso festejarlo viajando desde Santa Fe para ver el primer desfile de su vida: ‘Una maravilla. Tengo esperanzas en esta juventud que veo desfilando‘, le dijo a Télam emocionada, con su gorro de la Armada en la cabeza, mientras no paraba de saludar con su bandera argentina.
María José, en cambio, caminó unas pocas cuadras para llevar a sus hijas de 2 y 3 años: ‘Es un evento artístico que transmite el amor a la patria, está muy bien que los militares desfilen en la calle‘, le contó la vecina de Palermo a Télam.
Un vallado de dos kilómetros intentó ordenar el desfile desde Salguero hasta Dorrego, pero no pudo con los chicos. Los más osados se animaron a cruzar corriendo de lado a lado entre formación y formación, pero la mayoría se conformó con sentarse cerquita del paso de las tropas. Del otro lado de la valla, los padres trataban de convencer a los hijos que los gorros y banderas que repartían los militares eran mucho mejor que los multicolores que se vendían a 180 pesos.
Los más afortunados lograron llevarse un copo de nieve a 30 pesos.
Los Pucará, Hércules y Skyhawk hicieron tronar el cielo del mediodía, pero los despistados apenas pudieron verlos ya que fueron sólo dieciséis los aviones autorizados a desfilar. Más, explicaron desde la organización, hubieran provocado un caos en el aeropuerto. Desde el desfile del Bicentenario que no se veía naves militares volando por el centro de la Ciudad. Más de seis mil efectivos de las Fuerzas Armadas junto a otros mil músicos nacionales y extranjeros participaron del desfile organizado por el ministerio de Defensa.
‘¡Gracias por tanto, capos!‘, fue una de las frases que el público gritaba emocionado ya sobre el final, cuando unos cincuenta veteranos de Malvinas terminaron de recorrer los dos kilómetros sobre la avenida del Libertador para entrar al Campo Argentino de Polo donde se realiza el cierre con el carrousel de bandas militares.
Algunos de traje, otros con uniformes de combate, algunos de la mano con sus hijos y nietos, todos los excombatientes recibieron orgullosos el aliento de los que esperaban con banderas y cámaras de fotos para verlos pasar. Fue la segunda vez en la historia que participan de un desfile. Detrás de ellos, los Granaderos a Caballo cerraban el paso.
A pura música pese al frío
Miles de personas se acercaron ayer al Campo Argentino de Polo para asistir poco antes de las 15 al carrusel de bandas militares.‘¡Hace cinco horas que estoy acá!‘, dijo un joven sentado en una de las gradas que a esa hora ya estaban colmadas. Se nubló y el frío se hacía sentir, pero el entusiasmo no disminuía.
Abrió el espectáculo el Regimiento de Patricios seguido por la Banda de Conciertos del Ejército de Chile, que comenzó con las esperadas fanfarrias militares para después sorprender con interpretaciones de los Fabulosos Cadillacs, los Auténticos Decadentes y Soda Stereo, para saludar con un ‘gracias totales‘, recordando la famosa frase de Gustavo Cerati. ‘Mirá cómo bailan, re piolas‘, dijo un adolescente del público, y su padre respondió: ‘Estos no son de acá‘. Un hombre mayor acotó: ‘si tocan ’Cuando pase el temblor’, me pongo a llorar‘. ‘Participar es una manera de mostrar el cariño a la patria, y trasmitirlo.
La patria se enseña y se educa, hoy acá hay mucho mate y familia, esto va más allá de los partidismos‘, dijo a Télam Diego, que fue a ver el carrusel de bandas junto con su esposa y tres hijos, de tres y dos años, y un bebé de seis meses.