Buenos Aires.- La salida de Miguel Matías Galuccio de YPF, que parecía encaminarse a un divorcio de común acuerdo, empezó a enrarecerse en las últimas horas. Hubo reuniones del más alto nivel que no terminaron de cerrar un punto clave: una indemnización de más de 5 millones de dólares que el ejecutivo petrolero pretende cobrar para irse sin estridencias.
La cláusula de rescisión del contrato, según otras fuentes que tuvieron conocimiento de los números finos del desembarco de Galuccio, asciende a 5,5 millones de dólares y esa es la suma que Galuccio estaría bregando por cobrar. Pero el tiempo no es un aliado para el, hasta hoy, sigiloso ejecutivo petrolero. Son, en moneda nacional, más de 80 millones de pesos, que Galuccio quiere que le paguen, y de una sola vez.
La pretensión cayó pésimo en el gobierno nacional, que impulsa un reordenamiento del Estado nacional, con despidos de militantes rentados a cuenta del fisco y recortes de personal en todas las oficinas públicas. Será difícil para la administración macrista justificar públicamente ese ‘premio’, mientras suenan en las calles, en los medios y en las redes sociales los ecos de protestas de estatales echados por aplicación de decretos firmados por Macri.
Frente al reclamo planteado por el petrolero surgió una primera observación que, según confiaron a Infobae fuentes gubernamentales, se le presentó a Galuccio: no hay efectivamente un despido, sino que se trata de una renuncia consensuada, atada a una asamblea de accionistas. Otro punto: un pago de 5,5 millones de dólares a Galuccio –un ejecutivo con varios puntos flojos en su gestión– sería políticamente inviable.
Los comunicados oficiales de YPF y del Ministerio de Energía. Con tono protocolar y exento de adjetivos, esconden una tensa negociación entre Galuccio y el Gobierno. Se trata de una cláusula típica que tienen los contratos de ejecutivos de primera línea que, al negociar sus condiciones de trabajo, incluyen una cláusula que asegura una indemnización especial o retribución en caso de despido o desvinculación.
La cláusula ‘golden parachute’ es habitual en los contratos de los CEO o gerentes de alto nivel, tanto en el sector petrolero como en el bancario o en las grandes corporaciones en general. Galuccio, según una fuente que fue protagonista de la expropiación y estatización de YPF, incluyó dentro de sus condiciones un ‘golden parachute’, así como ingresos y premios equivalentes a los que cobraba en Schlumberger. ‘Era el mejor argentino para conducir YPF. Su contratación tuvo criterios profesionales, no políticos. Él dijo que no volvía al país para perder plata, pero estaba dispuesto a sumarse’, reconoció uno de los informantes consultados por Infobae.
El contrato de Galuccio, como casi todo en YPF después de 2012, es mantenido en estricto secreto y lo que trasciende es una confirmación de terceras personas, debido a que ni Galuccio ni la Bolsa de Comercio o la Comisión Nacional de Valores habilitan una información que para cualquier empresa que cotiza en Nueva York y es supervisada por la SEC es una obligación. Hace ya tres semanas que el senador nacional Rubén Giustiniani espera recibir el pacto YPF-Chevron, que está oculto pese a que la Corte Suprema ordenó –hasta ahora sin éxito– que se muestre.