“Preocupación” e “inquietud” son las dos palabras que resumen qué siente el mundo sindical ante la posibilidad de que la administración de Alberto Fernández continúe, por más de 180 días, otorgando por decreto aumentos salariales a cuenta de paritarias. La decisión no está tomada, es temprano para eso, pero la especie circula –con o sin fundamentos– entre los máximos referentes gremiales.

Las razones que generan los comentarios adversos son varias, pero la principal es que “las escalas salariales se van achicando, achatando”.

Entre los referentes sindicales no hay fisuras sobre el “acompañamiento” que el sector está comprometido a realizar durante, al menos, el primer tramo del gobierno del Frente de Todos.

Pero una cosa es que los aumentos por decreto se realicen durante los primeros seis meses de gestión y otra, que se tome como costumbre y se extienda durante uno o dos años.

De ser así, varios secretarios generales con peso propio dentro y fuera de la CGT saben que comenzarán a tener problemas con los afiliados. Sobre todo “entre los sindicatos donde las diferencias entre una categoría y otra son sustanciales”, o cuando las sumas fijas a cuenta de futuras paritarias representan un porcentaje pequeño.

Los entrecomillados corresponden a las palabras y frases utilizadas de manera exacta por media docena de popes gremiales de la CGT consultados por Infobae.

Para que no queden dudas, la inmensa mayoría del espectro de los representantes obreros entienden que “son parte del Gobierno” y el Presidente así se los hizo comprender.

Son, además, hombres de consulta del primer mandatario, sobre todo Héctor Daer, el cotitular de la principal central obrera de la Argentina.

Y no sólo eso. En cada reunión, en cada decisión que el Poder Ejecutivo debe tomar y que involucra a los trabajadores, Fernández, pero también su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, además de convocar a la conducción de la CGT invitan a los representantes de las dos CTA y a líderes gremiales que por ahora permanecen fuera de la estructura de la central obrera, como, por ejemplo, al camionero Hugo Moyano, o al titular de La Bancaria, Sergio Palazzo.

Al menos por ahora, el gastronómico Luis Barrionuevo, líder de la CGT disidente Azul y Blanco, quedó fuera de estas conversaciones, aunque hombres cercanos a su figura, como el otro cotitular de la CGT, Carlos Acuña (Estacioneros de Servicio), formaron parte de alguno de esos convites.

A pesar –o a favor– de todo esto, cada sindicalista atiende su juego, y eso, en la Casa Rosada, lo saben.

“Sería una locura salir a decir que apoyamos los aumentos por decreto por seis meses o por un año. Eso achata la pirámide salarial. Entendemos y apoyamos que en este momento del país hay que reactivar la economía, hay que poner dinero en el bolsillo de los compañeros, ayudar a los que menos tienen, a los que menos ganan. Pero esa situación no puede durar mucho tiempo. Decir 180 días ya es mucho”, le explica a este portal un integrante de la CGT desde su amplio despacho, donde se destacan los cuadros con los retratos de Evita y Juan Domingo Perón.

Si bien con el consenso logrado el Poder Ejecutivo ya dispuso los primeros aumentos salariales por decreto entre los privados y los estatales –las negociaciones en las provincias con los docentes están a punto de comenzar–, los gremios mantienen su dinámica de reunirse y discutir las futuras paritarias con los empresarios.

“Por estas horas vamos a recibir a integrantes de las cámaras de nuestro sector”, informa otro jefe gremial, y abunda: “Aunque los aumentos se apliquen por decreto, nosotros seguimos negociando las futuras paritarias como hacemos todos los años”.

Hugo Moyano, que integraba el triunvirato de la CGT en agosto de 2004, criticó a Kirchner porque, sostuvo, se había comprometido a consensuar con la central obrera el monto y la forma de los aumentos por decreto, y eso no ocurrió.

Desde el Ministerio de Trabajo aseguran e insisten en que la metodología que está aplicando el jefe de Estado es transitoria y que los salarios no perderán contra la inflación, como ocurrió en el gobierno de Mauricio Macri. Eso se lo aseguran también en cada reunión que mantienen con los representantes gremiales.