De léxico limitado pero de marcada inteligencia, no duda en reconocer que sólo ha terminado la escuela primaria. Evangelista y amante del boxeo, Hugo Moyano lidera la CGT desde 2004 y pretende por estas horas un nuevo mandato. Cultor de buenos asados y viajes internacionales, el rebelde líder sindical también es un romántico. Cuando lo llama su mujer al celular, suena como ringtone la marcha nupcial.
Sus allegados admiten que le cuesta delegar poder al gremialista que está al frente del sindicato de camioneros desde 1987. Como la mayoría de los choferes, empecé de "lechuza" (acompañante del conductor). Nacido en la ciudad bonaerense de La Plata, en 1944, Moyano tuvo siete hijos con sus tres mujeres. La tercera, Liliana Zulet, es quien alienta las aspiraciones presidenciales de Hugo y hasta se especula que animó al sindicalista para que se hiciera cirugías estéticas.
No oculta su plan de convertirse en el Lula del Río de la Plata, en alusión al ex presidente brasileño surgido del sindicalismo. Una analogía tan frecuente como las comparaciones entre Moyano y Jimmy Hoffa: el legendario sindicalista de transporte estadounidense que llegó a enfrentar con reclamos al entonces presidente John F. Kennedy.
De sus siete hijos, Facundo y Pablo son los que tienen más notoriedad pública por estas horas. Además de diputado nacional, el primero es el secretario general del sindicato de Trabajadores de Peajes. El segundo, secretario adjunto del sindicato de Camioneros.
Sin embargo el que le tiñó la vida de negro fue su hijo Emiliano, que falleció el año pasado por un paro cardíaco. Había estado bajo tratamiento psiquiátrico e internado con un cuadro de psicosis y esquizofrenia severa.
Tras oponerse al modelo económico de Carlos Menem, marcó el principio del fin para Fernando de la Rúa al denunciar a su ex ministro de Trabajo por intentar convencer a los senadores de votar la reforma laboral "con una Banelco".
Tras respaldar la fugaz presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, amagó con hacerle un paro a Eduardo Duhalde. Luego se acercó al proyecto de Néstor Kirchner, con quien se entendió "desde un primer momento". Con Cristina Fernández empezó a distanciarse mientras crecían los reclamos para que el sindicalismo tenga más lugar en las candidaturas al Congreso para las elecciones del 2011.
"Mi madre trabajaba como obrera en la fábrica de pescado Machiavelo. A ella le quedaron las dos manos con artritis, por el frío", cuenta Hugo Moyano, el único varón de los cuatro hijos. "Empecé a trabajar a los 10 años en una fábrica de chacinados. Luego en un lavadero, en una carnicería y, a los 17 años, en el transporte", recuerda.
"En el "Transporte Verga" (se ríe, intencionado). Uno de mis primeros reclamos laborales fue exigir ropa de trabajo, pero cuando nos la dieron no nos la queríamos poner porque nos daba vergüenza. Decía acá (se señala el pecho): "Verga Hermanos"".
En octubre de 1989 enfrentó el episodio más turbio de su vida: le encontraron en su auto varios kilos de cocaína. Todos los sindicalistas por una vez se unieron para presionar por la libertad de Moyano. Fue tanta la presión que debieron liberarlo.
El "Negro", como lo llaman los amigos, es una persona humilde, según sus allegados. De todos modos, sus detractores lo acusan de haber ayudado a la Triple A a "cazar zurdos" en la época de la dictadura. No menos impactante que las versiones de quienes afirman que Moyano precipitó el deceso de Néstor Kirchner al discutir con el ex presidente horas antes de que muriera.

