El cardenal Jorge Bergoglio formalizó su renuncia al papa Benedicto XVI y ya se especula sobre el posible sucesor, aunque a priori el Pontífice firmó una comunicación interna extendiéndole por dos años su mandato como arzobispo de Buenos Aires.

La mera versión derivó en la reacción de sectores del kirchnerismo gobernante que siguen viendo al primado como una pieza clave del entramado político de la Iglesia, pese a no presidir la Conferencia Episcopal Argentina, y hubieran querido -reconocieron a DyN- que se fuese ‘lo antes posible‘. Un odio visceral que organismos de Derechos Humanos y allegados al fallecido Néstor Kirchner intentaron traducir en juicios para que el primado ‘vaya preso‘ en dos causas por delitos de lesa humanidad.

El trascendido sobre una prórroga de mandato provocó además alivio entre la mayoría del clero porteño, que lo respeta como ‘padre‘ y aplaude su gestión pastoral, y también malestar en unos pocos sacerdotes que, en privado, rechazan su ‘estilo personalista‘. Bergoglio cumplió el 17 de diciembre pasado 75 años, la edad límite que marca la norma canónica para que los obispos eleven su dimisión a Roma.

En la curia porteña, muy próxima a la Casa Rosada, prima por estas horas un total hermetismo. Nadie, o casi nadie, se atreve a decir si el arzobispo cumplimentó ese trámite obligatorio. Sólo una mujer entrada en edad y con experiencia en el movimiento interno de los despachos de Rivadavia 415, esbozó una hipótesis ante una consulta de DyN. ‘Conociéndolo, como lo conozco (a Bergoglio), que es muy estricto en cuanto al orden y a sus papeles, le diría que la renuncia la presentó hace tiempo. No tenía motivos para esperar hasta último momento‘, estimó.

Haya presentado o no la dimisión por edad, es casi un hecho -aseguraron otras fuentes eclesiásticas- que el Papa ratificará a Bergoglio en el cargo, pero también es probable que el purpurado no haga pública tal renovación de confianza de Benedicto XVI. De ratificarse la versión no será la primera vez que un arzobispo y cardenal argentino es mantenido en el cargo.

El último caso fue Raúl Primatesta, a quien Juan Pablo II prolongó cuatro años el mandato al frente del arzobispado de Córdoba mediante una carta escrita de puño y letra. Con Benedicto XVI el antecedente más próximo hay que buscarlo en Cuba, donde el cardenal Jaime Ortega, quien cumplió 75 años el pasado 18 de octubre y diez días después notificó a su feligresía que fue confirmado como arzobispo de La Habana.

Mientras se espera saber cuál es el futuro de Bergoglio, en ambientes eclesiásticos ya hay especulaciones sobre el sucesor o posible coadjutor, alternativa en pos de una transición ordenada hasta que definitivamente el Papa le acepte la renuncia.

En la danza de nombres, el arzobispo santafesino José María Arancedo, actual presidente del Episcopado, quedó virtualmente descartado por su edad próxima al límite canónico, que no le dan tiempo para la gestión pastoral. Esto puso en el primer lugar de las especulaciones al arzobispo correntino Andrés Stanovnik, y con menos crédito al salteño Mario Cargnello.