Un tesoro. Vista del pasaporte original del mundialmente conocido artista de tango Carlos Gardel, expuesto en la sala del museo que lleva su nombre en La Casa del Teatro, en Buenos Aires.

Hace 80 años que existe en Argentina un refugio para aquellos artistas que, tras llegar al final de su paso por los escenarios, carecen de recursos económicos para vivir por su cuenta. Es cuando acuden a la Casa del Teatro de Buenos Aires, que les da un hogar y una nueva oportunidad para brillar.

Durante la semana que acaba de terminar, la institución cumplió el octogésimo aniversario de su apertura en 1938, cuando la cantautora portuguesa Regina Pacini, esposa del expresidente Marcelo T. Alvear (1922-1928), decidió poner a disposición de los jubilados del espectáculo una residencia donde pudiesen seguir viviendo como las estrellas que fueron.

Actualmente, 35 figuras de la escena argentina conviven en un edificio que no sólo cuenta con medio centenar de habitaciones disponibles, sino con dos pequeñas salas de museos -el Regina Pacini y el Carlos Gardel-, una capilla, una boutique de trajes donados por grandes artistas y anónimos y la sala de teatro Regina.

En ella, vuelven a lucir bajo los focos virtuosas del tango argentino como la cantante Nelly Vázquez, que reside en la Casa desde hace seis años pero no olvida el tiempo en el que conquistó con su voz a grandes del género: Astor Piazzola, Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese fueron sólo algunos de sus mentores.

"Vieja pared del arrabal, tu sombra fue mi compañera. De mi niñez, sin esplendor, la amiga fue tu madreselva. Cuando temblando mi amor primero, con su esperanza, besa mi alma", arranca a cantar Vázquez el título "Madreselva", de su maestro Carlos Gardel, entre las exóticas paredes de la boutique de la Casa del Teatro.

Una joya. La boutique de la Casa del Teatro se renovó. Con ella se generan ingresos para sustentar los gastos de sus huéspedes.


Ya pasaron muchos años desde que Gardel, prodigiosa figura del tango argentino, muriera en un accidente de avión en la ciudad colombiana de Medellín, pero para Vázquez su recuerdo sigue vivo e invita a todo el que se acerca al edificio a admirar las fotografías y las pertenencias que reviven su historia en el museo.

"Había venido a cantar dos veces en el teatro, nunca quise cobrar, yo cuando canto, canto. Yo viviría parada ahí en esa puerta siempre, viendo todo, viste. Y soy feliz", cuenta ensimismada.

Esta entidad no sólo proporciona techo y comida para los adultos mayores de la profesión, sino que además les otorga asistencia médica y psicológica para cubrir todo tipo de necesidades.

"Son una población muy especial, un poco deprimida. Están acostumbrados a estar arriba del escenario, que es muy modificador para el actor. Te construye como persona, intelectualmente y físicamente, y al no tener ese escenario, hay que atenderlos de alguna manera", cuenta a Efe su presidenta, Linda Peretz.

Actriz desde su juventud, Peretz se ha ganado el respeto y cariño de la mayoría de las celebridades de la casa en su primer año de presidencia: "Soy como su madre" dice, palabras que confirman las lágrimas de emoción de Nelly Vázquez cuando habla de ella.

La recreación es sin duda la protagonista en la agenda de la Casa del Teatro, como no podía ser de otra manera albergando tantas mentes creativas, por lo que cada semana se organizan almuerzos colectivos con "shows" internos y representaciones teatrales con los residentes como protagonistas.

Por el escenario del Teatro Regina y el cobijo de la Casa han pasado en los últimos 80 años artistas como el cineasta Luis Moglia Barth, director de la primera película sonora de Argentina, "Tango!", el director Hugo Fregonese y la vedete Carmen Lamas, bajo la gestión de más de 15 presidentes.

Al fin y al cabo, Buenos Aires ha llevado el título de capital del teatro durante décadas. Actualmente, alberga más de 200 salas, una cifra que sólo superan Nueva York, París, Londres y Tokio.

Teniendo en cuenta la gratuidad de los servicios ofertados, los métodos de sustento han supuesto durante todo ese tiempo una dificultad para la gerencia, como resalta Peretz, pero confía en que con las ayudas del Ministerio de Cultura, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y sus propios alquileres puedan seguir adelante.

"Estamos viviendo un bajón cultural, intelectual y educativo. Esa es nuestra grieta en Argentina. Venimos de muchos golpes, muchos fracasos, muchas decepciones y se resiente la sociedad", opina Peretz sobre las dificultades que encuentran los que acuden a la Casa por la falta de trabajo en el sector a cierta edad.

Y es que, entre los requisitos para solicitar asilo en la Casa, se debe necesariamente comprender una edad de entre 65 y 80 años y acreditar un mínimo de 15 años de currículum artístico.