En medio de un recambio generacional los obispos se aprestan a renovar autoridades en la primera elección del organismo desde la llegada de Jorge Bergoglio a la Cátedra de Pedro. En este contexto inusual de ‘campaña‘, los obispos comenzaron a manifestar sus preferencias sobre posibles candidatos a la mesa ejecutiva del Episcopado, que renovará autoridades durante la asamblea plenaria electiva por realizarse entre el 10 y el 15 de noviembre en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar. La mayoría de los actuales miembros -presidente y dos vicepresidentes- están habilitados a ser reelectos, a excepción de Enrique Eguía Seguí quien ya estuvo dos períodos consecutivos de tres años en la Secretaría General. Hasta mayo en ambientes eclesiásticos se daba por descontado que monseñor José María Arancedo (Santa Fe) iba a ser reelecto en la Presidencia, pese a estar a sólo un año de presentar su renuncia por cumplir los 75 años que marca como edad límite para los obispos el Código de Derecho Canónico. Pero cierta ‘desprolijidad‘ en el manejo de la repercusión que tuvo el documento en el que la Iglesia advirtió que ‘la Argentina está enferma de violencia‘ y sobre todo la celeridad para acudir a un encuentro con la presidenta Cristina Fernández en Olivos, donde se le bajó el tono a la declaración y se minimizó la réplica pública que hizo la primera mandataria al texto, pusieron en duda su elección para un nuevo trienio. ‘No vamos a darle al Papa ningún argumento para que no le acepte la renuncia y prolongue su mandato‘, dijo un obispo influyente en los pasillos de la sede episcopal en nombre de un buen grupo de prelados que anticipaba no tener la intención de votar a favor del prelado santafesino como presidente de la mesa ejecutiva. La eventual salida de Arancedo puso al cardenal Mario Poli (Buenos Aires) como candidato natural a la Presidencia, aunque el sucesor de Bergoglio tenga la intención de abocarse más a la tarea pastoral en la arquidiócesis primada. De no serlo, es casi seguro que ocupará una de las dos vicepresidencias. Mientras que Mario Cargnello (Salta) también saldría de la ‘mesa chica‘, Virginio Bressanelli (Neuquén) renovaría como vicepresidente. La primacía de la línea bergogliana puede ratificarse con la incorporación de un hombre de estrecha confianza del Papa como es el arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) y a quien, en la previa, algunos proponen no sólo como vicepresidente sino también como presidente. Otras prelados con ciertas chances de sumarse a la Ejecutiva son Juan Puiggari, arzobispo de Paraná, y Eduardo Martín, flamante arzobispo de Rosario. Tanto Poli como Fernández tienen un buen piso de votos asegurados, dado que la provincia eclesiástica de Buenos Aires tiene cerca de 20 obispos con derecho a voto del total de 84 habilitados y en la mayoría de los casos de jurisdicciones eclesiásticas bonaerenses gobernadas por pastores del riñón de Bergoglio. El consenso que se logre en ese marco regional, al igual que el de otras zonas, puede tener peso específico a la hora de imponer uno o dos candidatos.
Sean quienes sean los elegidos, en el Episcopado existe la certeza de que la nueva conducción deberá confirmar el estilo de Iglesia que propone Francisco, es decir con mayor impronta misionera. (DyN).