Fieles católicos de todo el país ayer comenzaron a festejar anticipadamente el trigésimo aniversario de la aparición de la Virgen María en la localidad bonaerense de San Nicolás.
Para hoy a las 15 está prevista la misa central en el santuario, para recordar que el 25 de septiembre de 1983 Gladys Herminia Quiroga de Motta vio cómo la Virgen le extendía la mano y le entregaba su rosario mientras esta vecina de San Nicolás se encontraba rezando en su habitación. Aquella fue la primera de una serie de apariciones experimentadas por esa mujer que actualmente tiene 76 años.
Casada y madre de dos mujeres, en 1983 se desempeñaba como ama de casa. Dicen que estaba en su habitación, rezando, con un rosario entre las manos. Ella contó que se le apareció una Virgen y le hizo gesto como para entregarle algo, acaso su propio rosario.
De allí en más se convirtió en una suerte de mensajera de María, cuyo principal pedido relata que fue el siguiente: ‘Cerca tuyo quiero estar. El agua es una bendición. Soy la patrona de este lugar y me harán un santuario. Cumplid mi palabra‘. El mensaje indicaba que su imagen quería estar frente al majestuoso río Paraná para dejar de permanecer guardada debajo de un campanario de la Catedral de San Nicolás.
Según los relatos, en una de las tantas apariciones, Gladys se animó a preguntarle que quería a la Virgen. Entonces apareció una luminosidad que mostraba en el centro la imagen de un templo enorme. Allí comprendió que la Virgen le señalaba su deseo a través de una aparición. En ningún momento hablaba, todo era en silencio.
Ante esos episodios, Gladys decidió comentarle al padre Carlos Pérez lo que le estaba sucediendo. Si bien no tuvo mucha formación escolar, ni conocía los textos bíblicos, después de sus estados de éxtasis Gladys recordaba en forma exacta lo que la Virgen le decía, generalmente citas de la Biblia.
Por aquellos tiempos, en varias casas de la zona, comenzaban a brillar misteriosamente los rosarios que tenían las familias colgados en su pared.
Según testimonios, la Virgen le pidió a Gladys que se la restaure y venere allí, bajo la advocación de “Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás”. Entonces, la nicoleña fue a ver al padre Pérez, con el fin de encontrar una imagen de la Virgen que había en la Catedral de San Nicolás. Es que la Virgen le había dicho que existe una imagen suya bendecida por un Papa allí. El padre conduce a Gladys ante las diferentes imágenes, pero ninguna concuerda con la imagen que tenía ella en su memoria. Luego el religioso recuerda que existe una imagen de María en el campanario de la Iglesia junto a otros objetos deteriorados y abandonados allí. Cuando la vio, Gladys la reconoció enseguida y dijo que era esa la imagen que había visto. La imagen fue sacada del lugar y enviada a restaurar.
Según los testimonios, la Virgen le señaló a Gladys el lugar donde se construiría el templo, sobre un arbusto señalado. Una noche, Gladys observó cómo una luz blanca iluminaba el lugar y un rayo caía sobre el arbusto. Con el tiempo, todos los arbolitos de la zona se secaron menos ese.
Tras comentar que Gladys recibió unos 1.800 mensajes de la Virgen durante siete años (1983-1990), el padre Pérez relató que la mujer vivió la experiencia de estigmas, con heridas sangrantes, especialmente en las muñecas, y fuertes dolores.
Discreta y humilde, Gladys es descripta como una mujer sencilla, buena esposa y madre ejemplar.
Su vida es un misterio convertido en mito. Sólo su familia, los vecinos y la gente de la Iglesia conocen su cara. Con un estado de salud bastante frágil, la vecina nicoleña trata de no mostrarse y cuando lo hace se mezcla entre la multitud como una peregrina más.