Con expectativa e incertidumbre sobre cómo los porteños se adaptarán a la nueva modalidad de votación, la Boleta Única Electrónica (BUE) hará su debut el próximo domingo, en el marco de los comicios para elegir este 5 de julio al sucesor de Mauricio Macri en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El sistema BUE no es voto electrónico, lo cual implica un sistema informático integrado, sino una modalidad de sufragio que permite seleccionar los candidatos a través de una pantalla táctil e imprimir la boleta (que contiene un chip) que debe ser depositada (como en la forma tradicional) dentro de una urna.

A diferencia de la urna electrónica, la máquina de votación no guarda la información de voto sino que la registra e imprime en una boleta y, entre sus ventajas, el Gobierno porteño destaca que “busca disminuir el fraude electoral, fortalecer integralmente el proceso electoral y agilizarlo, tanto al momento de efectuar el voto, como así también en su escrutinio”.

En la BUE, la máquina no almacena la información, sino que el voto se registra de dos maneras: en una boleta de papel en forma impresa y en un chip de radiofrecuencia que tiene incorporada la boleta. “Se trata de un voto manual con tecnología aplicada”, sostiene Leandro Querido, director ejecutivo de Transparencia Electoral.

Sergio Angelini, presidente y CEO del grupo Magic Software (Msa), firma proveedora de la tecnología de la BUE, resalta que el sistema termina con algunas irregularidades del voto tradicional como el robo de boletas en el cuarto oscuro. Al mismo tiempo explica que los chips que utiliza la BUE no puede reescribirse. “Nuestras máquinas no tienen disco rígido, ni memoria, solamente fabrican boletas únicas con chips”, detalla Angelini.

En la BUE, todo lo que marque el elector se imprime en papel y queda grabado en el chip que contiene la boleta, el cual no puede ser grabado dos veces. El conteo de votos es muy simple. El presidente de mesa, con su suplente y ayudantes, solamente tiene que acercar cada boleta (con el chip) al lector de la máquina y automáticamente el voto queda contabilizado. Por supuesto, si se pasa dos veces la misma boleta, la máquina lo reconoce y el sufragio no se contabiliza otra vez.

Otras particularidades que se agregarán a la votación del próximo domingo es que ya no habrá necesidad de “cuarto oscuro” ya que las máquinas podrán disponerse enfrentadas entre sí, y habrá una prohibición expresa de utilizar cámaras de fotos o celulares inteligentes en el momento del sufragio.

Para el Gobierno porteño se trata de una forma “moderna, ágil, sencilla y transparente” de votar que, entre otros beneficios, “evita la multiplicidad y robo de boletas, ahorra toneladas de papel, impide la introducción de boletas falsas, evita votos nulos, resguarda el secreto del voto y agiliza y transparenta el conteo de voto”.

Aunque el procedimiento parece sencillo, las principales dudas de los detractores del método se refieren a que la decisión de adoptarlo fue apresurada y que el Gobierno porteño no se tomó el tiempo necesario para capacitar al electorado ni a las autoridades de mesa y fiscales.

Según un estudio de la Universidad de Buenos Aires uno de cada cuatro porteños no conoce el sistema electrónico, una

situación que aumenta en el Sur y en el Oeste de la ciudad. Por eso, a pocos días del comicio, el Gobierno porteño lanzó un programa de capacitación masiva para que los vecinos aprendan a usar el sistema, aunque desde algunos partidos (como ECO y el Frente para la Victoria) lo consideran “insuficiente e improvisado”. Ante esta situación, la Legislatura porteña aprobó en los últimos días una ley que obliga al Ejecutivo a colocar máquinas en la entrada de los establecimientos de votación para que los ciudadanos que no se capacitaron previamente puedan realizar una práctica antes de emitir su voto definitivo.