Miriam Fernández es la nieta 127, recuperada  hace más de tres años. Sus padres biológicos, Carlos Poblete y María del Carmen Moyano fueron víctimas de los delitos de lesa humanidad cometidos en Mendoza en el marco de la última dictadura.

Ahora, afronta una disputa legal contra Abuelas de Plaza de Mayo porque quiere conservar su apellido actual, concesión otorgada por la Justicia que fue apelada por la institución de Derechos Humanos. 

"Fue un trámite legal y consideré que era justo reemplazar la partida y así ordenar mi vida.  Solicité al juez que se rectificara la partida pero que se respetara mi apellido y el juez consideró que el pedido era válido y estaba en mis derechos", contó. 

Sin embargo, según relató, "la querella, que representa a Abuelas de Plaza de Mayo, apeló ya que no consideró que fuera justo".

 Decidí llevar una vida distinta. Después, me sentí acorralada por la Justicia y traté de evitarlo de todas las formas, pero no pude

"Estamos en ese proceso de apelación. Pero hoy yo quiero preservar mi identidad, ellos, que supuestamente defienden a las víctimas, dicen que no es mi identidad, pero yo la formé en los 43 años de vida que tengo, es el nombre con el que me identifico", argumentó.

Miriam contó que desde chica conocía su historia, ya que era un tema que se trataba con transparencia en la familia. No obstante, ella nunca quiso saber su origen. "Fue una decisión no saberlo. Decidí llevar una vida distinta. Obviamente después me sentí acorralada por la Justicia y traté de evitarlo de todas las formas y no pude", manifestó, refiriéndose a la denuncia que realizó un familiar. 

Solo pido a los jueces que me escuchen y que no me subestimen

Insistió en que es consciente de que se cometió un delito y que sus padres adoptivos "se equivocaron e hicieron cosas que no tendrían que haber hecho", pero resaltó que ya lo tiene "asumido y superado". "Mi mamá solo vio una bebé desamparada con un cordón umbilical infectado y lo único que hizo fue darme amor", subrayó.

Y agregó: "Sé que va a haber una condena, la más dura será la condena social, pero los que dicen que dicen que tengo síndrome de Estocolmo no me conocen". Miriam actualmente tiene 43 años y es madre y emprendedora. "Solo pido a los jueces que me escuchen y que no me subestimen. Sé que va a ser difícil, pero el amor todo lo cura"; concluyó.