“Se me viene a la mente una pregunta. Mis padres me criaron en una casa de 5 x 3 metros; trabajando, estudiando, confiando en la justicia, me dieron un hogar más amplio. Yo continué sus ejemplos sacrificándome y respetando al prójimo. ¿Fui un idiota por respetar estos ideales?”. La reflexión es del ex goleador de la Selección Gabriel Batistuta y tiene como marco la discusión sobre el valor del mérito que instaló el presidente Alberto Fernández en las últimas semanas.

La publicación en las redes sociales del ex futbolista, instalado en Europa y que solo realiza apariciones en los medios cuando es invitado para analizar algunos partidos específicos, tuvo una repercusión inmediata, con opiniones a favor y en contra.

No es la primera vez que deja una crítica por el presente y el futuro de la Argentina. En septiembre del año pasado, publicó tres mensajes, mientras que enero había criticado el estado de las rutas en el norte de Santa Fe. Los tuits de 2019 también contenían tópicos como el esfuerzo y el sacrificio. "Desde siempre supe que cada cosa que logramos en la vida lleva muchísimo esfuerzo. Y lo confirmé en mi carrera como deportista: que para conseguir algo tenía que sacrificarme, entrenar, confiar en el otro, respetar las reglas de juego", escribió el exdelantero en uno de los tres mensajes. Y añadió: "Eso mismo hice cuando me retiré del fútbol y quise invertir en mi país cada peso que había podido ganar, y pagar los impuestos hasta el último centésimo, respetar las leyes, entregar alma y cuerpo. Ojalá que esta enseñanza no sea en vano y que quienes trabajamos día y noche para hacer crecer el país, para dar empleo o emplearnos, para aportar para la educación y la salud pública seamos respetados y estimulados para seguir trabajando, invirtiendo y confiando para sacar a la Argentina, de una vez por todas".

A mediados de septiembre, en un acto en la provincia de San Juan, Alberto Fernández instaló la discusión: “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años. El más tonto de los ricos tiene más posibilidades que el más inteligente de los pobres. Mientras eso no ocurra, no podemos estar tranquilos con nuestra conciencia. Ese tratamiento desigual nos pone en un mal lugar como sociedad. No es un buen sistema. Las mejores sociedades son las que, precisamente, a todos les dan la oportunidad de desarrollarse”, planteó.