Buenos Aires, 9 de enero.- Momentos de desesperación, asombro y desconcierto vivimos todos los turistas que estamos pasando las vacaciones en el parador Afrika, Villa Gesell, pasaje 123 y Costanera. Tras una incipiente lluvia, la naturaleza descargó una seguidilla de rayos cayendo uno de ellos sobre la playa. Al momento del fenómeno había muchas personas en el lugar, entre ellas sanjuaninos, resistiéndose a la lluvia, aunque luego la escena cambió drásticamente.

Gritos, corridas y tensión se adueñaron del lugar. Nadie sabia el porqué. Minutos después vimos como todo se transformó en un hospital de guerra. Cuerpos tendidos sobre la playa por todos lados, llanto y anarquía, producto de la desesperación. Los heridos eran transportados sobre reposeras, en brazos, sillas, colchonetas y todo lo que la gente encontró a su paso.

Gritos y más gritos, la policía que llegaba rápidamente para ayudar, los vecinos haciendo lo que podían y el espanto, pintaron la tarde geselina.

A metros del lugar donde cayó el rayo, había un grupo de sanjuaninos jugando al fútbol y otros en el sector de carpas, aunque gracias a Dios todos salieron ilesos.

Mientras uno intentaba entender lo que pasaba, el teléfono no paraba de sonar, ya que enterados del hecho, amigos y conocidos que estaban en la zona, buscaban que uno solamente atendiera el teléfono y dijera “estamos bien”. Madres desesperadas buscando a sus hijos, desgarraban el alma de hasta el más duro, una de ellas encontrándose con el trágico destino final de su hijo.

Los heridos no paraban de ser trasladados desde la playa hacia la calle, donde ambulancias, patrullas, camionetas y autos de seguridad llegaron de todas partes. Todos fueron trasladados al hospital de Villa Gesell, dijo un oficial ante la pregunta de familiares que no encontraban a sus seres queridos. El nosocomio quedó totalmente desbordado, con los más de 22 heridos (entre ellos ningún sanjuanino). Con el correr de los minutos las víctimas fatales se fueron incrementando hasta llegar a tres.

Vacaciones que dejarán recuerdos, sin lugar a dudas, pero de los que uno preferiría no recordar.