El prócer sanjuanino, Domingo faustino Sarmiento fue un excelente escritor, quizás el mejor de la lengua castellana en el siglo XIX, su obra más recordada es "Facundo: Civilización o Barbarie", donde presenta su visión del país envuelto en una larga guerra civil. El personaje central de la obra es Facundo Quiroga, el popular caudillo riojano quien a ojos de Sarmiento representa la Barbarie, y es una síntesis de lo peor que ha producido nuestra tierra. En la obra, el escritor sanjuanino tiene el coraje de tomar partido en defensa de sus criterios y no vacila en recurrir a exageraciones e inexactitudes en su afán de criticar a Facundo y lo hace literariamente hablando, de una manera magistral.

En cambio, el sanjuanino Salvador María del Carril, es para Sarmiento unos de los hombres que mejor representa la Civilización, alguien que está a las antípodas de Facundo. Del Carril fue gobernador de nuestra provincia y aprovechando su excelente formación jurídica hizo aprobar La Carta De Mayo, un esbozo de constitución provincial donde quedaron plasmados todos los derechos y garantías de los ciudadanos sanjuaninos.

A ojos de Sarmiento nada puede ser más antagónico que estas dos figuras, y ambas se vieron envueltos en el torbellino de crímenes y violencia que implicó la prolongada guerra civil entre unitarios y federales. La realidad, sin embargo, parece que fue algo diferente al punto de vista sarmientino, ya que Del Carril y Quiroga llegaron a tener excelentes relaciones y a compartir grandes proyectos. Precisamente es lo que prueba el libro "Don Juan Facundo" de Miguel Bravo Tedín. El autor que lleva residiendo muchos años en La Rioja, ha trabajado con un archivo muy completo donde se encuentra una extensa correspondencia que el riojano mantuvo con numerosos y muy diferentes hombres de nuestra tierra. Cuatro de esas cartas, fueron redactadas por nuestro comprovinciano cuando era gobernador de San Juan, y si bien Facundo no desempeñaba ningún cargo político era el hombre fuerte de La Rioja, nada se hacia allí sin recabar su opinión.

La primera carta esta fechada el 6 de mayo de 1825, y escribe el primer mandatario sanjuanino que: "en San Juan su existencia estaría tan segura como la mía y tan considerada como es de esperarse de mi amistad". Unas tres semanas después una nueva misiva plantea cuestiones más interesantes, pues la idea de Del Carril es unir San Juan y La Rioja en un mismos estado por eso le expresa al Tigre de los Llanos:"Mi amigo querido aprovecho la oportunidad de la marcha de nuestro común amigo Don Miguel Burgos para saludarlo y le he encargado le hable sobre el asunto de la reunión de La Rioja a San Juan. En este particular quisiera yo que me creyese de buena fe. Quisiera que Usted se penetrase bien de las razones principales que pueden y deben motivar tal convención". El 14 de junio de ese año de 1825 vuelve a insistir con el tema pues escribe:"llegó nuestro amigo Burgos y con el su apreciable del 9 del corriente quedo por ella en la inteligencia de que usted ha adoptado el empeño de hacer en San Juan y La Rioja una sola familia".

La idea de Del Carril no es para nada descabellada, todo lo contrario, porque para esa época el país está en franco proceso de disolución e inclusive las provincias del Alto Perú que hacían parte de las Provincia Unidas del Río de la Plata, (así nos llamábamos entonces), se están separando para formar Bolivia. La integración plena con La Rioja hubiese asegurado mayor estabilidad a ambos pueblos y una administración estatal más eficiente. El plan era tan bueno que incluía la explotación en conjunto del yacimiento de oro del cerro de Famatina, que era un viejo proyecto de Facundo Quiroga, lo que hubiese permitido la creación de la Casa de la Moneda, y dotar a la unión estatal de una moneda fuerte y sana. Del Carril es muy claro cuando le dice al riojano: "los negocios de minas serían mejor conservados según el mayor provecho a la Provincia". La unión sólo podía traer más prosperidad para todos. El problema es que unos días después de redactar su última carta, más precisamente el 26 de julio de 1825, Del carril fue depuesto de su cargo por un motín dirigido por un grupo de religiosos, y las ideas de integración quedaron en el papel.

No sabemos si Sarmiento estuvo, alguna vez, al tanto de estos proyectos pero fueron de buena Fe y prueban que los entendimientos eran posibles y que ni unos ni otros eran tan bárbaros ni tan civilizados.