Lula Da Silva, Venezuela, la situación en Latinoamérica en general fueron algunos de los temas que estuvieron presentes ayer en las conversaciones que el presidente Alberto Fernández mantuvo con el papa Francisco y con el secretario de Estado, Pietro Parolin, en el Vaticano.


Como es habitual, la audiencia comenzó con el Papa que salió al encuentro del presidente en la sala del Tronetto, quien le dijo: "Santo padre, qué gusto verlo" a lo que el pontífice respondió con un "Bienvenido" y se dieron un apretón de manos. Mientras se dirigían a la Biblioteca para la reunión privada, Fernández invitó al pontífice a pasar primero, a lo que Francisco


respondió con una de sus habituales bromas: "No, primero el monaguillo", ya que así sucede en las procesiones de inicio de las misas.


Según relató el propio jefe de Estado argentino en una conferencia de prensa que ofreció en Roma, el encuentro con Francisco fue distendido: "Nos reímos mucho, tuvimos muchas coincidencias y escuché sus consejos. No se habló de la visita del Papa a la Argentina; no quiero que se sienta presionado".


Al respecto, añadió que para que el Papa viaje a Argentina los argentinos se tienen que "respetar" entre ellos y subrayó que aunque el papa sea argentino "es una figura transcendental que va mucho más allá de los argentinos" y que "es de toda la humanidad y de ningún sector del país. Argentina es su casa y siempre están las puertas abiertas", comentó.


En el encuentro con periodistas, en tanto, el Presidente reseñó que, durante la charla con el Papa cumplió con un pedido de Luiz Inacio "Lula" da Silva que le pidió que intercediera para ser recibido por el Sumo Pontífice.


Además, sobre la situación en Venezuela, Fernández relató que él expresó a Pietro Parolin su preocupación "por las condiciones humanitarias" en ese país y aseguró que su gobierno hará "todo lo que pueda" para "ayudar" en resolver la "tragedia venezolana".


"No para entrometernos en la vida interna de un país, sino para encontrar una salida para que los venezolanos recuperen la paz y la vida digna", completó. 


Incluso, el jefe de Estado dijo que habló "mucho" con el secretario de Estado del Vaticano "sobre lo que ocurre en la región" latinoamericana.


"Le expresé mi opinión de que América latina es un continente muy desigual y que algún día esas desigualdades explotan por algún lado", contó Fernández. 


En otro orden, dijo que Francisco y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se enviaron saludos mutuamente. 


Consultado por los periodistas, Alberto Fernández aseguró que no habló con el Papa sobre el expresidente Mauricio Macri y tampoco sobre la situación de la dirigente jujeña Milagro Sala (Tupac Amaru), quien se encuentra con prisión domiciliaria. 


Más que rezos por causa de la deuda

 

Alberto Fernández aseguró, tras reunirse con el Papa, que su compatriota "está ayudando mucho con la cuestión de la negociación del pago de la deuda porque quiere mucho a los argentinos".


"Siempre le pido ayuda porque él siempre me ayuda y sé que siempre me va a ayudar y guardo para mí lo que me dijo, pero sé que cuento con él", contó Fernández.


"El Papa ya nos está ayudando mucho, pero no necesariamente lo tiene que andar mostrando y yo valoro mucho esta ayuda, pero de verdad lo valoro porque es un argentino preocupado por su patria, básicamente por eso, porque está preocupado por su gente, porque toda la deuda trajo pobreza y marginación", añadió Fernández.


El Negrito Manuel, en un regalo


Alberto le regaló al Papa una escultura del conocido como "Negro Manuel", el esclavo Manuel Costa de los Ríos y que se dice fue el primero en encontrar la imagen de la Virgen de Luján según la tradición católica y que ha empezado su camino para la beatificación. 


También entregó al pontífice dos libros sobre los cafés porteños, donde Jorge Bergoglio solía tomar café cuando era arzobispo de Buenos Aires, y un tejido elaborado en un telar artesanal por jóvenes de la asociación civil Granja Andar y un "calendario inclusivo" también de esta organización.


Por su parte, el Papa entregó al Presidente una escultura de bronce que representa una vid con uvas sobre la que se posa una paloma y con el grabado: "Sed mensajeros de paz".


Fue entonces cuando el Papa se dirigió al Presidente y a su esposa, Fabiola Yáñez, y les dijo: "Sean mensajeros de paz. Esto es lo que quiero para ustedes, que sean mensajeros de paz".


Francisco regaló también algunos de los documentos escritos durante su pontificado y el último mensaje de Paz y se detuvo en su exhortación apostólica escrita para el Sínodo de los jóvenes, Christus vivit, y leyó "La oración del buen humor" de San Tomás Moro.