Multitud. El sacerdote Carlos Mugica (derecha) en un encuentro con el escritor Julio Cortázar (izquierda). El entierro de Mugica fue multitudinario.

El sacerdote Carlos Mugica se convertía hace 45 años, el 11 de mayo de 1974, en un símbolo del compromiso eclesiástico con los sectores populares al caer asesinado por la organización parapolicial Triple A, que comandaba el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega.

Nacido en el seno de una familia tradicional de Buenos Aires, y bautizado como Carlos Francisco Mugica Echagüe, fue un chico inquieto. Cursó en el Colegio Nacional Buenos Aires cuando emergía el peronismo y luego siguió la carrera de derecho, pero sus inquietudes espirituales pudieron más y en 1952 decidió ingresar en el seminario.

Se ordenó sacerdote en 1954, en la época en la que Juan Domingo Perón había entrado en un conflicto sin retorno con la jerarquía de la Iglesia Católica, algo que sería determinante para la caída del fundador del justicialismo, un año después, según consideran algunos historiadores.

Como cura joven se incorporó a los equipos pastorales que hacían trabajo en los conventillos de Buenos Aires, y allí percibió el dolor que el derrocamiento de Perón había provocado entre los pobres.

En 1966, Mugica se puso al frente de grupos misioneros estudiantiles en el Norte de Santa Fe. Uno de esos grupos estaba formado por tres jóvenes que estudiaban en el Nacional Buenos Aires: Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Eduardo Firmenich, quienes luego integrarían el grupo que fundaría Montoneros.

Visitó a Perón en su exilio en Madrid y, tras charlar con el líder, entendió que debía volver al país para luchar en favor de los humildes desde los preceptos del evangelio.

Volvió a Barrio Norte y se instaló en el altillo de un edificio desde donde contemplaba la formación de la villa de Retiro, poblada de familias que venían en tren desde distintos rincones. Tras el Cordobazo de 1969, Argentina entró en un período de alta conflictividad social y surgieron diversas organizaciones políticas y sindicales que buscaban forzar el final de la dictadura militar que mantenía proscripto al peronismo.

Al ganar Héctor Cámpora las elecciones presidenciales de 1973, Perón le propuso a Mugica -cuya popularidad era enorme- sumarse como asesor al Ministerio de Bienestar Social que dirigía López Rega.

El sacerdote aceptó un cargo honorario en la cartera de Bienestar Social. Las diferencias con "El Brujo" se hicieron insalvables y Mugica decidió presentar su renuncia al cargo y volver a trabajar en su misión pastoral.

Las actividades políticas del cura se multiplicaron y la jerarquía eclesiástica, harta de sancionarlo, le propuso que dejara el sacerdocio, algo que Mugica desestimó.

"Sé que me van a matar y será López Rega", le confió a su hermano Alejandro. El sábado 11 de mayo de aquel año, tras oficiar misa en la capilla San Francisco Solano, Mugica recibió 14 balazos de parte de un banda dirigida por Rodolfo Eduardo Almirón, un sicario de "El Brujo".

En 1984, Juan Carlos Juncos confesó frente al juez Eduardo Hernández Agramonte que López Rega le había pagado una suma cercana a los 10 mil dólares para matar "a ese curita que lo perjudicaba políticamente". Télam