Pablo Ventura (24), el remero de Zárate que fue incriminado falsamente por los rugbiers en las primeras horas de la investigación del crimen de Fernando Baéz Sosa (18) en Villa Gesell, dijo ayer tras su declaración ante el Tribunal de Dolores que "ninguno" de los ocho imputados pudo a mirarlo "a la cara" y sostuvo que "le gustaría" escuchar una explicación de por qué lo mencionaron. "Me molestó que me hayan nombrado. Ellos no me quisieron ver (en la audiencia). Nunca me dijeron nada a la cara", aseguró Ventura sobre los ocho rugbiers.

El remero dijo a la prensa que su declaración "fue simple" y que duró "entre 15 y 20 minutos", para luego darle lugar a su padre, José María, el segundo testigo de la tercera jornada. "Fue muy de cobarde nombrar a alguien cuando fuiste vos quien lo hizo. Perdí mi privacidad después de esto. Especialmente los dos meses después que pasó el hecho. Me gustaría escuchar una explicación del por qué me nombraron", sostuvo el joven. Agregó que sintió "un gran alivio" al declarar y que las preguntas que le formularon ambas partes lo ayudaron a liberarse. Por último, añadió que ahora su vida "está tranquila" y que espera que se haga justicia.

Ventura salió a cenar la noche del 17 de enero de 2020 con su familia a un restaurante de Zárate y tras ello se fue a dormir sin imaginarse que horas después quedaría detenido por un asesinato cometido a unos 470 kilómetros de donde él se encontraba. Sin embargo, por falta de pruebas y tras comprobarse que no había salido de Zárate la noche del hecho, Ventura fue excarcelado el 21 de ese mismo enero de 2020.

Por otro lado, Luciano Bonamaison, uno de los amigos que veraneaba con Fernando cuando fue asesinado declaró ayer que vio cuando Máximo Thomsen, uno de los ocho rugbiers imputados, lo atacó con una patada "con odio, con brutalidad y con intención de matar", mientras que otros "arengaban diciendo 'negro de mierda'".