Vuelo corto. "Por razones que le expliqué al Presidente, renuncié al cargo, poniéndome a disposición para seguir acompañando la transformación que lleva adelante", explicó Iguacel. Había asumido el 22 de junio pasado.

Había llegado al gobierno hace seis meses para remplazar en la cartera de Energía al ministro más polémico y odiado del Gobierno de Mauricio Macri: Juan José Aranguren, el hombre que llevó a cabo el mayor ajuste de tarifas con aumentos reiterados de más de mil por ciento. Este joven ingeniero petrolero venía con un curriculum de alto vuelo y se lo presentaba como un técnico, algo que entusiasmaba largamente a Mauricio Macri que apostaba a una cara nueva y joven para un Ministerio que tenía la tarea clave de seguir ajustando las tarifas y al mismo tiempo atraer inversiones. Una de las claves de la política energética del macrismo es potenciar la generación y producción de gas y energías limpias que le devuelvan a la Argentina su poder de autoabastecimiento. Pero Javier Iguacel fue víctima de un impensado alto perfil político y mediático y terminó devorado por el mismo poder que lo llevó al poder. El secretario de Energía fue forzado ayer a renunciar el día después de anunciarse otro fuerte aumento en las tarifas de gas y electricidad para el área metropolitana que él no apoyaba ya que consideraba que no era conveniente una política de shock, en cambio prefería un aumento gradual de tarifas lo que implicaba realizar los anuncios de aumento recién en abril.

Esta postura y otros deslices -según la visión del gobierno y de los empresarios- lo aislaron y precipitaron su salida del Gabinete. Y aunque la crónica diga que el secretario de Energía, Javier Iguacel, renunció ayer al cargo, lo cierto es que fue Macri quien desde su descanso en el Sur por vacaciones le bajó el pulgar y nombró en su lugar a su amigo y exvicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui.

La jugada de Macri de reemplazar a Iguacel por Lopetegui tiene el doble sentido de empoderar al jefe de Gabinete y su alter ego, Marcos Peña, aún más y mantener el control del superministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne.

Es que luego, con los cambios dispuestos por el presidente en el organigrama ministerial, Energía pasó a ser una Secretaría bajo la órbita del Ministerio de Hacienda. Eso fue el principio del fin para Iguacel.

Hacia adentro del Ministerio de Hacienda, Iguacel se ganó el mote de "crazy horse" (caballo loco) por su alto perfil mediático. No sólo ello. En una muestra de desprecio por esta alta exposición pública, Dujovne lo llamaba a Iguacel entre sus allegados como el "Juanjo Aranguren a la menos uno". Es decir: la antítesis del perfil bajo que tenía el exministro de Energía.

El otro punto en discusión que enfrentó a Iguacel con Hacienda fue el del proyecto para la construcción de una central nuclear con China. Dujovne presentó un paper interno en el que le mostró a Macri que la energía renovable o del crudo era mucho menos costosa que la energía nuclear y que endeudarse por 9.000 millones de dólares no era conveniente ahora. Iguacel opinaba lo contrario, y el resultado a la vista fue una victoria de Dujovne: Macri le anunció a Xi Jinping la postergación de ese proyecto para el 2022. Por otra parte, la decisión de Macri de sacar a Iguacel de Energía es que quería allí a un hombre más técnico que político. De hecho, la supuesta muñeca política de Iguacel no le dio resultado en el peor momento: cuando se ganó el rechazo pleno de Cambiemos al anunciar un aumento retroactivo del gas que luego tuvo que dar marcha atrás. Iguacel se fue el día después de que se anunciaran subas de hasta el 55% en la tarifa de gas y electricidad entre los meses de febrero y agosto en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y en torno a un 35% en el resto del país. Y el recorte de subsidios a las petroleras que exploten gas y petróleo en Vaca Muerta.

Iguacel explicó su renuncia vía Twitter poco después de las 14.30 y se puso a disposición "para seguir acompañando la transformación que lleva adelante".

El rol de Paolo Rocca
Otro empujoncito que precipitó la caída de Javier Iguacel fue un pedido expreso de Paolo Rocca, el dueño del Grupo Techint. Sucede que ante la exigencia del FMI, el funcionario tuvo que cambiarles las reglas de juego a las petroleras, aplicando un fuerte recorte de los subsidios que recibían por el gas de Vaca Muerta.