Un gimnasio de Villa Crespo y un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) son un sábado por la tarde escenarios simultáneos de talleres de defensa personal a los que concurren cada vez más mujeres que, con técnicas que les enseñan a bloquear o quitarse de encima a un agresor, buscan "despertar un instinto adormecido" para enfrentar la violencia machista.

 

 

Contraste. Las participantes consideran que los talleres fueron una manera de contrastar la visión que impera sobre el cuerpo de la mujer ‘como alguien frágil’

"A las mujeres le fueron quitadas muchas cosas, hay un instinto que fue adormecido y que tiene que ser despertado", dijo Salvador Oliva, instructor de defensa personal en el Club Social y Deportivo "La Cultura del Barrio", en Villa Crespo, ciudad de Buenos Aires, donde el sábado 19 de agosto más de 50 mujeres aprendieron técnicas básicas de defensa personal.

Cómo soltarse si el atacante sujeta por la muñeca a la víctima, cómo escapar si ataca por la espalda o cómo zafar si lo que hace es tirar del pelo fueron algunos de los movimientos que aprendieron las asistentes.

"Cuando hablamos de defensa personal, hablamos de sobrevivir", continuó Oliva. En los talleres también se busca conocer la propia agresividad, manejar las emociones en momentos de estrés, recreando situaciones de peligro que pueden ocurrir en la calle; se entrenan los reflejos y se aprende a estar alerta al entorno ya que "la prevención es el 90 por ciento" en estos casos, comentó el instructor.

"Es muy lindo saber que te podés cuidar sola", dijo Paula Dos Reis, de 23 años, quien empezó a practicar autodefensa hace cinco meses tras ser asaltada en la vía pública. "Me sentía extranjera en la calle, como si no fuera un territorio de mujeres", contó Paula, para quién la seguridad que adquirió en el entrenamiento se trasladó a otros aspectos de su vida. "Asumí otro rol, no sólo en la calle, también para decir mi opinión y poner límites".

Para Guadalupe, de 21, los talleres de autodefensa fueron una manera de contrastar la visión que impera sobre el cuerpo de la mujer "como alguien frágil, que no sabe golpear, una idea que anula las capacidades de su cuerpo". "Lo que más me impactó es la capacidad del cuerpo para defenderse, que es ilimitada", dijo.

No muy lejos del club de Villa Crespo, un aula de la sede de Filosofía y Letras (UBA), en el barrio de Caballito (ciudad de Buenos Aires), fue el lugar elegido el mismo sábado por la agrupación estudiantil La Juntada de Filo, para realizar el primer taller de defensa personal en esta Facultad, donde 63 personas -casi todas mujeres- reconocieron en una encuesta interna haber sido sometidas a contacto físico no deseado.

 

"Me encantó la idea porque vuelvo de trabajar a la noche y la calle es peligrosa", dijo Mariana Mannino, estudiante de Antropología de 19 años, quien considera "bastante probable" que deba enfrentarse con un agresor en la vía pública porque ya lo sufrió una vez.

"Un domingo a las ocho de la noche, un tipo se me puso enfrente y no me dejaba pasar. Estaba oscuro, me puse nerviosa pero salí corriendo. Y a una compañera una vez la acosaron tres hombres a las cuatro de la tarde en la estación del subte B Carlos Gardel sin que nadie haga nada para ayudarla", contó.

 

Confianza. Las alumnas que aprenden defensa personal en la ciudad de Buenos Aires pierden el pudor sobre el uso de su cuerpo, aumentan la autoestima y van adquiriendo confianza para contar historias personales.

Para la colombiana Laura Franco, estudiante de intercambio de 22 años, "estas actividades son muy buenas porque integran a las mujeres" y las hacen sentir mejor por el solo hecho de reunirse para hacer frente a un problema común.

La docente a cargo es Viviana González, profesora de boxeo y artes marciales con más de 30 años de experiencia, quién enseña técnicas de llave y sumisión, cómo pelear en el piso o sacarse un oponente de encima, cómo bloquear un golpe o pegar con las rodillas, codos, manos o pies.

Con el correr de las clases las alumnas pierden el pudor sobre el uso de su cuerpo, aumentan la autoestima y van adquiriendo confianza para contar historias personales.

Aylén Grassi, coordinadora del equipo de género de La Juntada, explicó que la iniciativa es uno de los resultados del "Protocolo de intervención institucional ante situación de violencia de género", aprobado por el Consejo Superior de la UBA en 2015. Daniela, de 23 años, quien asiste desde marzo a las clases del Club Social y Deportivo de Villa Crespo, concluyó: "No venimos a generar violencia, sino a defendernos de la violencia".

Fuente: Télam