El presidente Mauricio Macri se saludó esta noche con su par estadounidense Donald Trump en el tradicional cóctel que el jefe de la Casa Blanca ofrece cada año a los mandatarios de todo el mundo que llegan a la Asamblea General de las Naciones Unidas. 

El encuentro entre ambos fue breve -dado el más del centenar de dignatarios presentes al foro- pero amistoso, como siempre sucede porque hay buena química entre ellos. Macri estaba con su esposa, Juliana Awada, y Trump con la suya, Melania.

El apretón de manos sucedió en un salón del hotel Palace, uno de los más elegantes e icónicos de Nueva York. Fundado en 1882, es considerado una de las “joyas” de Madison Avenue, la más coqueta de Manhattan. El hotel estuvo desde temprano totalmente vallado y provocó un caos de tránsito alrededor. Ubicado justo detrás de la catedral de Saint Patrick, es el favorito de Bill Clinton y Barack Obama, que solían alojarse allí. Trump, en cambio, prefiere pasar la noche en el penthouse de su torre dorada y de vidrios espejados, a pocas cuadras de allí.

El apoyo de Trump a Macri ha sido siempre fuerte y explícito. El argentino fue uno de los primeros mandatarios que recibió en la Casa Blanca, a poco de asumir en enero de 2016. Y le ha manifestado respaldo en tiempos de crisis. No solo con llamadas telefónicas personales sino también con comunicados de respaldo a las reformas económicas del Gobierno tanto de la Casa Blanca como del Tesoro.

Después del cóctel, el presidente y su esposa se trasladaron hacia el distrito financiero de Manhattan, a una gala en el salón Cipriani donde recibió el premio al Ciudadano Global de manos del Atlantic Council. Ambos, Macri y Lagarde, se sentaron juntos y mantuvieron una animada charla, en la que también participó la esposa del primer mandatario argentino, Juliana Awada.