Joaquín Piña, el obispo emérito de Puerto Iguazú, Misiones, el que infligió la primera derrota electoral al kirchnerismo en 2006, murió ayer tras sufrir un ataque cardíaco y no resistir una intervención quirúrgica para salvarle la vida.
El deceso del religioso de 83 años se produjo a las 13.20 en el Hospital Austral, de la localidad bonaerense de Pilar, adonde había sido traslado el domingo desde Puerto Iguazú, para una intervención quirúrgica de urgencia. Fuentes eclesiásticas confirmaron a DyN la muerte de Piña y criticaron a las autoridades misioneras por no poner a disposición un avión sanitario que obligó a llevar al obispo en automóvil desde Posadas hasta Puerto Iguazú, en medio de una fuerte tormenta.
’Fue imposible conseguir un avión sanitario para llevarlo directamente a Buenos Aires y el viaje en automóvil agravó su delicado estado de salud’, dijo un sacerdote diocesano.
Piña, quien residía en Posadas, sufría de graves complicaciones circulatorias en las arterias coronarias y en miembros inferiores. El fin de semana, fue visitado por un médico amigo que le recomendó su traslado a causa de una obstrucción arterial límite en sus pies, por lo que debía ser sometido a una intervención, con la posibilidad de amputarle algunos dedos.
En la madrugada de ayer, ya en el Hospital Austral, Piña sufrió un paro cardíaco, por lo que debió ser reanimado por el equipo médico. Pero un nuevo paro terminó con su vida a las 13.20.
Piña Nació en Sabadell, Barcelona, España, el 25 de mayo de 1930 y fue ordenado sacerdote el 10 de diciembre de 1961 en la Compañía de Jesús, en Asunción, Paraguay. El 17 de junio de 1986 Juan Pablo II lo eligió obispo de Puerto Iguazú, cargo que ejerció hasta presentar su renuncia por edad el 3 de octubre de 2006.
Ese mismo año, en las elecciones a convencional constituyente, el religioso derrotó por más de 12 puntos al gobernador misionero Carlos Rovira quien, con el apoyo del expresidente Néstor Kirchner, pretendía modificar la Constitución para lograr la reelección indefinida.
Su candidatura contó con la ’bendición’ de Jorge Bergoglio, por entonces presidente de la Conferencia Episcopal, y abrió un fuerte debate sobre la participación política de los clérigos.
Piña fue muy crítico de los políticos que intentan perpetuarse en el poder e inclusive criticó en 2012 una posible segunda reelección de Cristina Fernández. ’Sería como volver a la última dictadura militar’, aseveró.