El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, pidió ayer "no caer en la tentación de querer destruir al otro", al pronunciar su homilía en la basílica de Luján frente al presidente saliente, Mauricio Macri, y el mandatario electo, Alberto Fernández.

"Debemos hacer todo lo posible y resistir por no caer en la tentación de querer destruir al otro", manifestó Scheinig en el marco del Día de la Inmaculada Concepción de María.

Macri y Fernández participaron en primera fila de una misa "por la unidad y la paz" en la basílica de Luján. En ese marco, Scheinig pidió "volver a dialogar" y construir políticas que "trasciendan los gobiernos", y consideró que "necesitamos promover una cultura del encuentro" y "volver a dialogar todas las veces que sea necesario".

"Estamos agotados de tantos desencuentros y peleas. No se trata de una unidad homogénea o hegemónica, sino de una unidad necesaria para construir el país deseado y salir del laberinto en el que nos encontramos", manifestó el arzobispo de Mercedes-Luján.

Además, consideró que "ninguna persona o grupo en soledad o aislado es la Patria", y argumentó: "La Patria somos todos. La comunión entre nosotros no es una cuestión estratégica, hace a la esencia de lo que somos en el origen y a lo que podemos ser en el destino común".

"No somos ingenuos, no creemos que una celebración sea la solución de los problemas, pero estamos seguros que este gesto que estamos realizando juntos habla por sí mismo y deseamos se convierta en una puerta para entrar en esta nueva etapa, con sinceros anhelos de unidad y de paz", dijo Scheinig.

El titular de Episcopado, monseñor Oscar Ojea, abogó por la construcción de una "cultura de la equidad", una reconexión "con la realidad" y "un trabajo cuerpo a cuerpo con los hermanos, en especial con los más pobres, tal como pide el papa Francisco", como cierre de la misa, y pidió también "dejarnos evangelizar por los pobres, que con sus dolores conocen al Cristo sufriente", para que sean "prioridad de veras".

Télam


¿Y con Brasil?

"Salvo que haya algún imprevisto, no irá nadie". De esa forma, una calificada fuente del gobierno de Jair Bolsonaro reconstruyó, en diálogo con el diario La Nación, la renovada tensión con Brasil, que podría reflejarse en la falta de presencias significativas del gobierno brasileño en la asunción de Alberto Fernández.

El anuncio lo haría oficial la Presidencia brasileña, y significaría una marcha atrás luego de que fuera confirmado el ministro de la Ciudadanía Osmar Terra en noviembre. La decisión partiría del enojo de Bolsonaro con Fernández, profundizado en los últimos días por el encuentro del presidente electo con diputados de la oposición en Buenos Aires. En la comitiva que se reunió el jueves con Fernández estaba, entre otros, el líder del Partido de los Trabajadores en la Cámara, Paulo Pimenta.

La determinación de no enviar a ningún emisario comenzó a madurar ese mismo día mientras Bolsonaro participaba de la cumbre del Mercosur, según la misma fuente. Bolsonaro había designado como representante a Terra, un funcionario de bajo perfil.