En el marco de la causa por el caso del Instituto mendocino Próvolo, ayer declaró la monja Kosaka Kumiko (42). Luego de que el jueves pasado la religiosa, que estuvo prófuga durante un mes y se entregó en Buenos Aires hace una semana, se presentara y sólo se limitara a responder las preguntas de la defensa, ayer fue sometida al interrogatorio de los querellantes.

 

La monja, uno de los 6 detenidos que tiene el caso (dos de ellos curas), destacó que las cosas de las que se la acusa son “aberrantes” y que los denunciantes son “fantasiosos”. A la vez, pidió que le leyeran en detalle cada una de las denuncias que la involucran y las rechazó de lleno.

 

“Hizo una defensa genérica donde sólo se limitó a rebatir las acusaciones, sosteniendo que es ‘aberrante’ todo de lo que se la acusa. Parece no entender que hay pruebas contundentes, así como también lo son los informes psicológicos que sostienen que las víctimas no mienten”, indicó el abogado querellante Sergio Salinas.

 

“Dice que no entiende por qué los chicos mentirían como lo están haciendo, y se aferra a la confusión y contradicciones de tiempo y espacio que suelen presentar en los relatos las personas que son sordomudas”, siguió, en alusión a la estrategia a la que ha recurrido la defensa de los imputados desde que se inició la causa: recurrir a estas confusiones muy comunes para desacreditar sus testimonios.

 

A Kumiko se la acusa de haber participado en, al menos, 3 episodios concretos: obligar a una niña a usar pañales para ocultar hemorragias post violación; “entregar” a otra víctima al cura Horacio Corbacho para que perpetre los abusos y obligar a ver pornografía a algunas chicas, así como también tocarlas en sus partes íntimas e incitarlas a que se tocaran entre sí.

 

La monja japonesa continuará detenida en la cárcel de Agua de las Avispas (en Cacheuta, frente a Almafuerte), aunque aún no le dictan prisión preventiva, a diferencia de los otros 5 detenidos.

 

Fuente: Los Andes