Buenos Aires, 26 de febrero.-La tendencia que proponen las marcas y diseñadores para la temporada otoño-invierno vuelve a tener un fuerte anclaje en los ’70, los ’80 y el romanticismo de los ’50, en un mix que hace converger aires hippies, el folk, colleges, rockero y vanguardistas, tal como pudo verse durante los cuatro días en el Buenos Aires Fashion Week, que albergó 20 desfiles en La Rural de Palermo.

La Semana de la Moda porteña, que con muy buen tino de los organizadores fue dedicada al diseño de autor y, por ende, con algo más de presencia de los creadores en la pasarela, vio desfilar las propuestas de Pablo Ramírez, con un microdesfile de su Caperucita Sublime, Hermanos Estebecorena, Wanama, Varanasi, Tramando, María Pryor, Prüne, Grupo 134 y Cook.

La grilla la completaron Rapsodia, Garza Lobos, Uma, Cora Groppo, María Vázquez, Como quieres que te quiera, Desiderata, Vicky Otero, Puma y Trosman, diseñadora que tuvo a cargo el cierre del BAF.

Lo más visto en pasarela para esta temporada fue la piel, que hace su regreso triunfal a los guardarropas, tanto para confeccionar una prenda completa como para pequeños detalles y accesorios, como cuellos, puños y hasta polainas.

La piel llega en camperitas entalladas y tapados apenas por debajo de la cintura o largos y depilados hasta los tobillos. Un must utilizado incluso por los diseñadores en este material, es el chaleco en diferentes largos. Para el día, la vedette es el de cabra sin depilar, muy años ‘70.

Otro infaltable es el corderito, que se lleva en camperas de cuero, en (montgomerys), gamulanes, y en las solapas de botitas y borcegos. Incluso se llegó a ver un pantalón íntegramente confeccionado en esta piel.

El saco smoking marca tendencia, también las chaquetas de paño o tweed a la cintura, abiertas o con cierres notorios y con reminiscencias rockeras, los tapados línea-A, los 7/8 y, en menor medida, los largos.

Son de la partida los blazers con aires collage y se reeditaron los de corte militar. Imprescindible las chaquetas de cuero súper entalladas, entre las que se destacaron las de mangas farol.

En los diseños de autor la tendencia son los sacos con importante detalles de sastrería y gran volumen en cuellos, bolsillos y mangas, el corte irregular y la mixtura de géneros, siempre con aires vanguardistas.

Si de abrigos se trata, las capas ganaron un gran protagonismo. El primero en mostrarlas en la pasarela en su versión más glamorosa fue el diseñador Pablo Ramírez. Las propuestas que se vieron fueron desde las más informales de frisa de algodón hasta las de paño, al mejor estilo Sherlock Holmes.

Sobresalieron los sacos de lana pesada, con distintos largos, rectos o los más amplios, que se llevan con lazo a la cintura. Para los más mórbidos, se jugó con las estampas nórdicas, que también dieron el presente en los sweters de cuello redondo con impronta en los ’50.

Siguen vigentes las prendas de animal print, las de encaje y lentejuelas, sobre todo mixturadas con las más informales como las de denim, ya sea en camisas, short, o jeans de corte silm, o el boggie.

Los leggins también continúan con fuerza, sobre todo los de punto con estampas geométricas, de cebra o nórdicas para el día y en versión cuero, encaje y lurex para la noche.

La propuesta en polleras y vestidos va desde las súper minis al cuerpo, pasando por las faldas lápiz, las plato, y las que llegan a los tobillos, en su versión más hippie.

Las minis y los short dan paso esta temporada a las medias bucaneras y a las polainas, aunque éstas últimas también son llevadas con pantalones slim y babuchas.

El brocato, jacquard y el lurex conforman la nueva propuesta para los géneros. Siguen vigentes las sedas lavadas, el encaje y el tweed.

La paleta para esta temporada invernal se animó a incorporar colores poco habituales para la época: el fucsia, el crudo, el blanco y el coral. También hay lugar para el verde en sus tonalidades lima y musgo, el rosa antiguo, el celeste nube, el azul, los grises y el negro.

En materia de calzado, se destacan las botitas abotinadas cortas con taco chino y corderito, las botinetas con plataforma exagerada, los borcegos con grandes solapas y tachas, las bucaneras, las texanas a la rodilla y las de aires hípicos. Los stilettos con tacos de vértigo siguen vigentes para la noche.

Las carteras postman hacen su entrada triunfal, en algunos casos combinadas con la clásica cadena Chanel, y los baulitos año ’50. Vuelven a llevarse los bolsones amplios y de cueros mórbidos, en contraposición con las bandoleras, que reeditan su versión rockera con pequeñas tachas.