“Marcelo Diez todavía tiene síntomas de vida. Pienso que no es un caso de muerte digna sino de eutanasia encubierta”, dijo el cura párroco José Juan García, que es director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Cuyo, en San Juan.
“Es algo muy complicado. Hay que ser muy humano y prudente en estas ocasiones. Lo que hay que hacer es sostener a la persona con vida, porque la muerte debe ser natural”, dijo García, cura párroco de la parroquia de Nuestra Señora de Tulum.
En diálogo telefónico con DIARIO DE CUYO, dijo que “no estamos autorizados a decretar por adelantado la muerte de las personas. De ese modo, estaríamos cayendo en una cultura del descarte”. Consideró que “la vida humana frágil debe ser sanada y no liquidada. El fallo no es feliz, con todo respeto a la Corte Suprema”. A su vez, afirmó que “cuando a un paciente no se le suministra hidratación y alimentación, se trata de un caso de eutanasia pasiva”.
Para la neuróloga Marina Miranda, “la muerte digna es un arma de doble filo. ¿Por qué le tengo que cargar al juez la responsabilidad de la vida y muerte?”. En diálogo con DIARO DE CUYO, reflexionó que esto “es muy importante desde el punto de vista médico como desde el punto de vista de un creyente. Yo ejerzo la profesión en la parte pediátrica. He visto pacientes en la noche y decía: este chico mañana no vive. Tendría que haberle sacado el respirador. Sin embargo, no lo hice. Le dejé el respirador y el suero hasta que Dios disponga. Yo creo en un supremo y hacedor de todos los actos. Él dispone cuándo debe morir una persona. No yo, porque sino vamos a retroceder a 2000 años atrás cuando los atenienses en el monte Taigeto tiraban a los discapacitados por esa condición. Como persona, yo tengo que asistir a un paciente hasta el último momento. Yo no soy quién para decidir hasta cuándo vivir”.
Entre sus experiencias profesionales, recordó el caso de “un chico, hijo de un docente. Era el segundo hijo con mielomeningocele. El padre se negó a que lo operaran porque no quería un hijo paralítico cerebral. Yo tengo pacientes con esa enfermedad que han sido operados y si bien no pueden caminar, tienen una inteligencia y tienen una vida 80 por ciento normal”. Agregó que “si uno como médico dice ‘este padre tiene derecho a tener un hijo perfecto’, entones nosotros tendríamos que tener un monte Taigeto, donde largáramos a todos los chicos que no nos gustan”.
