El Gobierno se encuentra preparando una profusa reforma legislativa para ser presentada al Congreso, en sesiones extraordinarias y que van a formar parte del nuevo paquete de ajustes.
Ese primer capítulo de reformas incluye la prórroga de la emergencia económica, la extensión del impuesto a los débitos y créditos bancarios, el pacto fiscal con las tabacaleras y una modificación a la Carta Orgánica del Banco Central.
La pérdida del superávit comercial y el déficit de las cuentas públicas son una realidad inocultable y la administración Kirchner no podrá afrontar un nuevo mandato sin alimentación extra. Una reforma del BCRA es la llave de subsistencia de los dos primeros años de gestión del nuevo gobierno ante la caída de los ingresos fiscales vía retenciones. En otras palabras, cambia el pulmotor de la soja por la transfusión de sangre del dador universal: el BCRA.
El kirchnerismo apuntará al corazón de la autoridad monetaria al lograr cambiar no sólo el capítulo destinado a los adelantos transitorios, sino que modificará el capítulo relacionado con la garantía de la base monetaria.
El cambio del respaldo sería más difuso y más amplio como ‘…la Nación Argentina garantizará…‘, aunque en los hechos esto implica la virtual desaparición de las reservas.
La estrategia es que si se logra la mayoría propia en el Congreso, esta reforma esté lista antes de fin de año y sea aprobada entre ‘brindis‘. Si bien el ajuste ya ha comenzado con la supresión de los subsidios a las tarifas de gas y electricidad, la idea es que apenas iniciado 2012 se continúe ajustando con un esquema mucho más intensivo sobre el resto de las tarifas. En los hechos, el propio secretario de Energía, Daniel Cameron, anticipó días atrás un cambio en el esquema de subsidios a la energía para el corto y el mediano plazo, con el objeto de ahorrar divisas hoy destinada a pagar las importaciones de hidrocarburos.
El esquema de ajustes no sólo incluye a las tarifas energéticas, sino también en los hidrocarburos, peajes y consecuentemente con ello el transporte. La intención del Gobierno es aprovechar el aval político que le dará presumiblemente la avalancha de votos del 23 de octubre y utilizar los primeros 100 días de gestión para hacer lo que denominan en la Casa Rosada ‘el trabajo sucio‘. La tercera etapa del ajuste apuntará a asegurar las cajas porque las alcancías disponibles han quedado en muy malas condiciones. La pérdida de capital por parte de la Anses para ayudar al BCRA a frenar la demanda de dólares tiene dimensiones muy importantes.
La tarea del organismo previsional derivó en un gran subsidio a la fuga de divisas y una pérdida para el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS). La Anses vendió títulos en dólares para reducir el tipo de cambio en la operatoria de contado con liquidación. Al mismo tiempo, compraba títulos en pesos, para evitar la caída de paridad, provocada por la liquidación de portafolios. A pesar de esto, las compras de divisas no se frenaron y se calcula que desde septiembre saldrán unos 2.000 millones de dólares mensuales, llevando el drenaje anual a unos 22.000 millones de dólares. Esta tendencia fue la que impulsó una suba de tasas de interés que luego tuvo que ser convalidada por el Banco Central en la última licitación de LEBAC y NOBAC. Esto llevó a que los bancos impulsaran una suba de tasas pasivas, colocando a la BADLAR en 16% a fin de mes y superando el 24% para 420 días.
En 2012, la Argentina afrontará vencimientos de deuda por más de U$S13.000 millones, pero con la reforma de la Carta Orgánica del BCRA, el gobierno tendrá ese frente controlado y evitará salir al mercado financiero, en un ambiente internacional adverso por la crisis y hostil por el comportamiento de la Argentina frente a acreedores.
