Santo popular como ningún otro, Cayetano convoca cada 7 de agosto a miles de fieles en todo el país que ruegan por pan y trabajo o agradecen los favores concedidos. Es que, sólo en Argentina es el patrono del Pan y el Trabajo ya que el resto del mundo lo conoce como el protector de la Paz y los Enfermos.

Este cambio se gestó allá por 1930 en el barrio porteño de Liniers, donde se construyó la primera capilla del país para el conde Gaetano de Thiene, su nombre en la vida terrenal.

Su nuevo rol surgió a consecuencia de la crisis mundial de 1929, que en Argentina desembocó en el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen.

Pobreza, inflación y desocupación fue el signo de los años que corrieron entre 1930 y 1940. Frente a este panorama, el padre Domingo Falgioni, a cargo entonces del templo de la calle Cuzco, se propuso reavivar la fe y la esperanza en Dios, mediante la intercesión de San Cayetano.

Hizo una campaña evangelizadora a través del diario católico El Pueblo y se le ocurrió agregarle a la estampa del santo algo que representara lo que a los fieles les hacía realmente falta. Y se le ocurrió que una espiga de trigo sintetizaba el pan y trabajo, que era todo lo que la gente pedía en esos momentos. La devoción creció de manera inusitada y pronto proliferaron casas y negocios en torno a la parroquia, dándole forma al barrio de Liniers, que bien hubiese podido llamarse San Cayetano.

Los cambios de imagen

Mientras que en Argentina le agregaron la espiga de trigo, por otros lugares del planeta llegaron a quitarle elementos a la imagen del santo.

Originalmente se lo mostraba con un lirio en una mano, un libro en la otra y unos pajaritos sobrevolando la flor. Pero el 12 de abril de 1671, al momento de canonizarlo, se recordó que en la Navidad de 1517, Cayetano había tenido una visión: dijo que mientras rezaba la Virgen le había puesto al Niño Dios en sus brazos. Un episodio así no podía ser desoído por el papa Clemente X , quien se vio en la disyuntiva de quitarle el lirio o el libro, ya que no había un tercer brazo para ubicar al Niño. Y se optó por quitarle el libro, ya que eso permitía ubicar al hijo de Dios cerca de su corazón.

De paso, también le suprimieron los pajaritos, aunque no molestaban a nadie, y que junto al lirio y al libro, traducían al fin y al cabo la esencia de Cayetano, de no preocuparse por el sustento, ya que "Dios proveerá".

Anterior a todo esto, otro papa, Urbano VIII, ya había tenido muy en cuenta esto al beatificarlo en 1629 y disponer que "la imagen principal será representada con una vara de lirios en la mano y dos o tres pájaros posados sobre la misma. También tendrá un libro en el que se leerá: "No se preocupen por lo que van a comer o con qué se van a vestir. Miren los lirios del campo y las aves del cielo, ellos están libres de esas preocupaciones"".

Tan liviano de riquezas se sentía Cayetano que en Roma fundó en 1523, con su amigo el obispo Juan Caraffa -luego, papa Pablo IV- un instituto para formar prelados bajo normas muy especiales: no podían poseer rentas ni pedir limosna.

De conde a cura

De fuertes dotes intelectuales, Gaetano de Thiene -tal su nombre- había estudiado filosofía y teología, había obtenido su doctorado en Derecho Civil y Eclesiástico en Padua, y en 1516 se había ordenado sacerdote en Roma, todo lo cual justificaba que se lo representara con un libro en la mano.

Su biografía indica que nació en Vicenza, Italia, en 1480; que fue conde; que estudió en varias universidades, que luego se hizo cura y fundó la Congregación de los Teatinos, a la que donó toda su fortuna; y que antes y después de todo eso, sirvió dos veces a obtener la paz entre los pueblos.

La primera vez, siendo conde, fue nombrado por el Papa Julio II en un importante puesto en la Cancillería de los Estados Pontificios, desde donde en 1505 logró evitar la guerra entre Venecia y Roma. Ganó con esto enorme prestigio, pero lo abandonó todo: "Uniré mi propia vida a la Cruz de Cristo. Seré sacerdote", dijo.

La segunda vez fue en 1547, cuando el pueblo de Nápoles se rebeló contra el virrey español y la gente se enfrentó a las tropas de Carlos V en las calles y las plazas. El cura Cayetano, que había rogado un acuerdo, enfermó gravemente y, sin dejar de rezar, murió a las cinco de la tarde del 7 de agosto de ese año. Pero esa misma noche, sorpresivamente, los embajadores del emperador acordaron una paz justa, milagro que el pueblo de Nápoles le atribuyó a Cayetano.

Sus restos fueron enterrados en el cementerio de los teatinos, cerca de la Iglesia de San Pablo de Nápoles; y más tarde, colocados dentro, en la cripta del "Soccorpo", donde hoy se lo venera.