Decenas de miles de argentinos se vieron obligados a salir del país entre 2000 y 2002, en plena crisis económica, en su mayoría con destino a Europa, y muchos vuelven ahora a una Argentina próspera en busca de una nueva oportunidad.

Unas 250.000 personas se fueron de Argentina ‘arrastradas por la crisis económica y el desempleo‘, explica el sociólogo Lelio Mármora, exdirector del INDEC.

‘Fue el exilio más grande de nuestra historia‘, afirmó este especialista en migraciones humanas, que destacó que el fenómeno afectó particularmente a jóvenes de clase media. ‘De repente, se sintieron desilusionados al encontrarse que no vivían en el país del primer mundo como los habían convencido durante los años noventa y al correrse el telón fueron a buscar ese primer mundo a otros lados‘, enfatizó.

Por su parte, la psicóloga Adriana Abba, que presidió la ONG Madres Desarraigo,señaló que fundó la organización para intentar detener ‘aquella avalancha irracional de gente que se tiraba al vacío, vendía todo lo que tenía en Argentina y se iba del país creyendo que viviría bien en otro lugar‘.

Según Lelio Mármora, a partir de 2003, cuando Argentina estrenó un inédito ciclo de nueve años consecutivos de crecimiento económico, empezó a observarse una disminución en la emigración y en los últimos años ‘se aprecia un creciente retorno de argentinos, e incluso una incipiente migración de españoles y estadounidenses a Argentina‘.

Sergio González abandonó Argentina en noviembre de 2001, con 22 años, apenas unos días antes del estallido social que derivó en la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. ‘Viví en Francia, Alemania y Austria. Si bien no tenía pasaporte comunitario, durante algunos años disfruté la posibilidad de hacer cosas en esos países que en Argentina me resultaban absolutamente prohibitivas por motivos económicos‘, relata.

‘Soy entrenador de tenis y durante cinco años di clases y representé como jugador a los clubes en los que trabajaba, que a cambio me daban alojamiento y me pagaban un salario‘, indicó. A finales de 2005, conoció a su actual esposa, también argentina, y comenzaron pensar en regresar.

‘La situación de Argentina había cambiado y a ambos se nos abrieron posibilidades laborales: a ella como diseñadora gráfica y a mí como profesor de tenis. Volvimos finalmente en 2006 y pudimos desarrollarnos en nuestras actividades‘, apuntó en el club bonaerense que maneja junto a su padre. Andrea Saucedo no tuvo una experiencia tan placentera cuando, junto a su marido, decidió emigrar en julio de 2002 buscando un nuevo horizonte económico.

‘Nos fuimos a Miami a lo que saliera. Permanecimos como ilegales, trabajando de cualquier cosa, hasta que regularizamos nuestra situación cuando, ya separados, nos casamos con ciudadanos estadounidenses‘, recordó.

Andrea, de 40 años, confesó que ‘tomó conciencia‘ de su ‘error‘ tras el fallecimiento de un familiar muy cercano. Una vivencia similar tuvo la licenciada en Letras Claudia Fernández, quien observó lo peor de la crisis desde Madrid, donde trabajaba desde 1995 en la Universidad Antonio de Nebrija y añoraba volver.

Logró su objetivo a finales de 2010, de la mano de un programa del Ministerio de Ciencia y Tecnología que ha permitido regresar al país a más de 850 científicos argentinos que residían en el exterior.