Cuando aún no se acallan los voces kirchneristas para repudiar su visita al Espacio Clarín, en Mar del Plata, el gobernador bonaerense Daniel Scioli comenzó ayer a enviar algunas señales de acercamiento a la Casa Rosada para intentar frenar el ataque en su contra. En el mediodía marplatense, Scioli almorzó en su departamento del Hotel Provincial con el exjuez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni, el cortista más afín al kirchnerismo.
El encuentro, que sorprendió incluso a los miembros del equipo del gobernador, tuvo como motivo formal la entrega de un reconociemitno al exjuez, que en varias ocasiones criticó las políticas de seguridad que llevó adelante Scioli en la provincia de Buenos Aires.
Al término del almuerzo, dice un comunicado, Scioli le entregó a Zaffaroni una plaqueta ‘en reconocimiento a su capacidad y ética al servicio de la Justicia, a su aquilatada experiencia y compromiso, a su búsqueda constante de igualdad hacia los sectores más vulnerables de la sociedad‘. La relación entre el kirchnerismo y Scioli es recelosa. El gobernador es el precandidato a presidente por ese espacio que más voluntades reúne pero, al mismo tiempo, no es el preferido del entorno cristinista. En el kirchnerismo saben que una presidencia a cargo del gobernador les deparará el mismo futuro que tuvo el duhaldismo con Néstor Kirchner: la extinción. Por eso lo atacan, lo cuestionan.