La vida útil. La garrafa de material compuesto es de 25 años, sin mantenimiento. A la de chapa, cada 10 hay que hacerle un service.


El Gobierno nacional autorizó por primera vez en Argentina el uso de nuevos envases o garrafas de gas de uso doméstico, fabricados a partir de materiales compuestos (plásticos reforzados con fibra de vidrio).

La Resolución 316/2018 de la Secretaría de Energía publicada ayer en el Boletín Oficial autorizó la utilización de envases de material compuesto totalmente revestidos, o garrafas de material compuesto, para el fraccionamiento y distribución de Gas Licuado de Petróleo (GLP) envasado en capacidades unitarias de 10, 12 y 15 kilogramos.

Se denominan garrafas de material compuesto a aquellos envases fabricados, entre otros, con polímeros, termoplásticos, termoestables o de elastómeros, reforzados con fibra de vidrio o de aramida, embebidas dentro de una matriz con el fin de soportar esfuerzos longitudinales y circunferenciales, con revestimiento externo para protección e identificación, aclara la norma.

Este tipo de envases para el gas licuado tiene varias ventajas. La principal es que estas garrafas son translúcidas, de modo que se puede advertir cuánto de gas queda y, además, no habrá manera de que engatusen al usuario con relleno de arena y demás, como suele ocurrir.

Otro beneficio es que pesan menos: una de chapa que contiene 10 kilos de gas licuado pesa 11 kilos, con lo cual son 21. La de plástico pesa cinco y medio. Cinco kilos menos en el global son significativos, sobre todo cuando son las jefas de familias las que deben acarrearlas hasta el hogar.

Y otro punto a favor, no menor, es que no explotan. Ante un incendio, se desintegran y se consumen, cuando las de chapa revientan por la presión que levanta el calor.

Se calcula que hay 20 millones de garrafas de chapa en funcionamiento. Las de plásticos convivirían con las tradicionales. El costo es similar: entre 50 y 60 dólares, tanto las de chapa como las de plástico.