En diez meses de gobierno apostólico, el papa Francisco buscó impregnar su estilo misionero, cercano y de servicio a los pobres en las diócesis argentinas, por lo que las designaciones episcopales tuvieron el sello distintivo de Jorge Bergoglio y posicionaron a antiguos colaboradores en jurisdicciones claves.
El pontífice promocionó como arzobispo a un sacerdote considerado su teólogo de consulta, nombró nueve obispos residenciales y tres auxiliares, elevó a diocesano a uno que ya era coadjutor y designó a otro para la comunidad greco-melquita residente en Argentina.
En la mayoría de los casos se trató de hombres de su entorno próximo en la arquidiócesis de Buenos Aires o durante sus años al frente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Francisco dio la primera sorpresa el 28 de marzo al designar a monseñor Mario Poli como su sucesor en la diócesis primada, en medio de un escenario de tensión Gobierno-Vaticano por la filtración del nombramiento. En otra movida de ajedrez, el Papa promocionó el 13 de mayo como arzobispo al sacerdote cordobés Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), por quien Bergoglio debió interceder ante el Vaticano en 2011 para destrabar su designación en la casa de altos estudios. De este modo, el pontífice insertó a su teólogo de confianza y con una misma opción despolitizada por los pobres, a las discusiones del Episcopado que en 2009 había objetado esta designación.
Después llegaron los nombramientos de Fernando Maletti (Merlo-Moreno), Marcelo Colombo (La Rioja), Gustavo Zanchetta (Orán), Luis Fernández (Rafaela), Raúl Martín (Santa Rosa), Angel Macín (Reconquista), Gabriel Barba (Laferrere) y Vicente Bokalic (Santiago del Estero). En tanto, Alfredo Zurbriggen, asumió el gobierno pastoral de Deán Funes y nombró auxiliar de Córdoba a Pedro Torres, quien tuvo activa participación para destrabar el reciente conflicto de la policía provincial. También designó auxiliares de Lomas de Zamora a Jorge Vázquez y al fraile Carlos Alberto Novoa de Agustini, aunque éste último pidió al Papa una ‘dispensa‘ para no asumir.
A raíz de estos movimientos pontificios, el Papa le quitó tres obispos -Fernández, Martín y Bokalic- de los seis que tenía Buenos Aires. Estos huecos en el gobierno pastoral porteño hicieron correr un reguero de especulaciones tanto en Roma como en Buenos Aires. En este contexto, circuló la versión de que el Papa puede nombrar por primera vez a un cura ‘villero‘ como obispo auxiliar porteño y Gustavo Carrara, actual párroco en la villa 1-11-14, del Bajo Flores, es quien aparece con más chances. También suenan entre los posibles para acompañar a Poli, los sacerdotes Carlos Accaputto, responsable de la Pastoral Social porteña y a quien Bergoglio encomendó el acompañamiento espiritual de la presidenta Cristina Fernández durante su convalecencia y Jorge Torres Carbonell, actual párroco de San Cayetano de Liniers.