Durante las noches vuelve la angustia, reaparecen algunos destellos del terror. Por las mañanas, en la mesa, en el desayuno, lo abruma otra vez. El camionero Juan Batalla, de 30 años, todavía intenta escaparles a los fantasmas de la tragedia. Cuatro días después de haber protagonizado el trágico accidente en Carmen de Areco, Batalla intenta poder encontrar los motivos y los estímulos como para poder seguir adelante con su vida.

El domingo por la tarde, el camionero, oriundo de General Pico, La Pampa, conducía un camión Volvo por la ciudad bonaerense cuando poco antes de las seis de la tarde fue impactado por una Chevrolet S10 justo en el cruce entre la Ruta Nacional Nº 7 y la Ruta Provincial Nº 51.

La camioneta, conducida por Néstor Adrián Moyano, que había salido desde Hurlingham, transportaba a 16 personas, integrantes de su familia, la mayoría de ellos menores que viajaban en la caja externa del vehículo: nueve personas perdieron la vida (cuatro de ellas eran niños) y hubo otras siete heridas.

"Lo que estoy viviendo en estos días no se lo deseo a nadie, pero a nadie en el mundo, eh. Yo trato de andar como si nada, trato de comportarme normalmente, con mi familia, con amigos, pero la verdad es que no quiero hablar con nadie. Si fuera por mí, me quedaría encerrado en mi cuarto todos los días", explica Batalla en una conversación telefónica.

El domingo por la tarde, Batalla regresaba con su camión a General Pico, después de haber hecho una descarga en Luján. "Había transportado hacienda de pie, animales vivos, a un frigorífico de Luján y regresaba a Pico con el camión vacío. La ruta estaba normal para un domingo, no estaba más cargada de lo común para un día así", relata.

Entre las 17:30 y las 18 Batalla se disponía a cruzar la ruta provincial Nº 51, cuando de la nada sintió el impacto sobre su derecha por parte de la camioneta plateada.

"Antes de llegar al cruce, vi a la Chevrolet. Me desentendí de ella porque pensé que me había visto y que iba a frenar para que yo cruzara. Después miré a la izquierda, para ver a los autos que se dirigían hacia Chivilcoy y cuando retomo la mirada hacia adelante, veo que se me aparece de nuevo la camioneta. Ahí ya no pude hacer nada. Yo ni llegué a impactarla de frente. De hecho, mis airbags nunca se activaron", explica.

Varios testigos relataron que el momento del accidente fue estremecedor. El polvo se mezcló con varios cuerpos que salieron volando por el aire. Sin embargo, el propio Batalla explica que él no vio nada de eso.

"No pude ver nada de lo que pasó con la camioneta. Cuando me choca, el espejo del lado del acompañante se me cerró y el camión se movió de una manera brusca. Por eso, lo único que pensé en ese momento era en controlar el volante, porque pensé que volcaba, que el camión se me iba", detalla.

Y completa: "Cuando el camión se detuvo, asomé un poco la cabeza por una ventanilla y vi que había un cuerpo que no se movía tirado en el asfalto. Me entró una desesperación enorme. Por eso bajé la mirada y no quise ver nada más. Lo único que quería era que me sacaran de ahí lo antes posible".

En sus siete años como camionero, Batalla nunca había protagonizado un accidente de tránsito. Solo había visto de frente las secuelas de dos accidentes entre otros vehículos en Ameghino y en una ruta entre Las Flores y Saladillo. Jamás imaginó que un episodio de tal magnitud lo tendría como protagonista.

De acuerdo al relato de los testigos, de hasta algunos de los propios viajeros en la camioneta y a las pericias policiales, todas las miradas apuntan a una impericia del conductor de la camioneta, quien pasó el cruce a una velocidad demasiado alta y ni siquiera respetó la prioridad del camión, que circulaba por la ruta nacional.

"A los pocos minutos, del accidente vinieron bomberos, policías y algunas otras personas a preguntarme si estaba bien. Yo les decía que sí, pero estaba en shock, totalmente abrumado. Lo único que quería era irme de ahí, no quería estar más en ese lugar. Por eso, a los 15 minutos me llevaron al hospital de Carmen de Areco", detalla el camionero. No se enteró del saldo trágico del choque hasta pasadas unas horas.

"Estuve un rato largo en uno de los pasillos del hospital, con una policía mujer que me acompañó y me contuvo todo el tiempo. Yo me ponía a llorar a cada rato y no entendía lo que pasaba, pero todo era un caos. Veía llegar ambulancias y camillas que pasaban todo el tiempo. Estaba todo colapsado, las enfermeras y los médicos corrían sin parar", afirma.

"En un momento vino una psicóloga del hospital. Me dijo 'vos no podés estar acá' y me llevó a una sala en silencio. Ahí me preguntó si yo sabía lo que había pasado. Me comentó la cantidad de personas que murieron, pero no me dio más detalles. En ese momento se me derrumbó todo", completa.

Batalla fue trasladado a una comisaría local y después de brindar su declaración fue liberado. Lo mismo ocurrió con su camión.

Así, desde el lunes que Batalla mantiene una lucha psicológica para poder reponerse y para "poder encontrarle un sentido a la vida".

"Desde que ocurrió eso, estoy en tratamiento. Me veo con un psicólogo y un psiquiatra todos los días. Pero lo que estoy viviendo es insoportable, es intolerable", afirma.

"Yo sigo porque tengo que seguir por mi familia. Pero esto los está afectando a ellos también. A las mañanas me pongo a llorar en el medio de la mesa de mi casa y mi hijo, que tiene 2 años, se da cuenta de que me pasa algo. Viene y me trata de contener, me abraza. Yo no sé cómo hacer para que no le afecte a él también todo esto".

Batalla todavía no tuvo contacto con los familiares de las víctimas, pero no descarta la posibilidad de hablar con ellos.

"Yo no quiero ponerme acá en el lugar de víctima, porque estas familias perdieron a seres queridos y ellos no van a estar nunca más. Ellos perdieron algo y nunca más lo van a tener. Yo soy una persona responsable en lo que hago y soy consciente de las cosas. Si pudiera hablar con ellos lo haría, porque me gustaría explicarles que no pude hacer nada para evitar que me chocaran. No tuve tiempo de reacción", dice.

Por el momento, Batalla no sabe cuándo regresará a trabajar. Ni siquiera sabe si el trágico episodio vivido cambiará por completo el rumbo de su vida.

"Manejar un camión es lo que a uno le gusta y lo seguiría haciendo, pero la verdad es que yo no sé si alguna vez voy a poder volver a manejar en una ruta. En su momento tendré que ver si soy capaz. Ahora estoy luchando por volver a sentirme bien", reflexiona, con angustia.