Emocionados, con orgullo y muestras de profundo dolor, familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan recibieron la medalla "al honor militar" en un acto que se realizó a metros del apostadero desde donde, hace dos años, zarpó el submarino de la tragedia que conmocionó al mundo. 

Además de la condecoración, las mamás y esposas de los marineros recibieron copia de una carta enviada por el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, con un mensaje del Papa Francisco, y los primeros 44 ejemplares de una estampilla homenaje de los tripulantes que este viernes emitió el Correo Argentino.

"Es un alivio, sí, un reconocimiento, pero la lucha continúa en busca de la verdad", dijo a este diario, conmovida, Marcela Moyano, esposa del suboficial primero Hernán Rodríguez: "Se hace muy difícil, se extraña. Falta la otra mitad. Verdad y Justicia les traerá paz a ellos, también a nosotros".

Es que las familias de los marinos sostienen su reclamo para conocer qué ocurrió con el buque que el año pasado, apenas un día después de que se conmemorara un año de su desaparición en el mar, en un acto que presidió el presidente Mauricio Macri (esta vez no asistió, tampoco el ministro de Defensa, Oscar Aguad) fue localizado a 460 kilómetros de la costa, a la altura de Chubut.

El homenaje lo presidió jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Luis Villán. "Sin duda que ellos ya están en la historia. El respeto hacia ellos no admite divisiones y no sabe de desencuentros", dijo a las familias antes de descubrir placas de mármol con los nombres de los 44 marinos, y el reconocimiento como "Cañón ARA San Juan" al sector del lecho marino donde fue hallado el submarino.

El San Juan perdió contacto a las 7.19 del 15 de noviembre de 2017, ocho horas después de que su jefe de operaciones informara sobre un principio de incendio en el tanque de baterías número 3 que al parecer provocó el ingreso de agua por el sistema de ventilación en medio de un fuerte temporal en el Atlántico Sur.

Restos del submarino, desmembrado, fueron encontrados por el buque Seabed Constructor, perteneciente a Ocean Infinity, una firma estadounidense contratada por el Gobierno para llevar adelante la búsqueda, y se produjo cerca del lugar en que se había registrado el último contacto.

También muy cerca del sitio en el que la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares había reportado durante los primeros días de búsqueda un "evento anómalo, singular, corto, violento, y no nuclear, consistente con una explosión".

Como tantas otras veces, que con marchas, manifestaciones, petitorios y un acampe de casi dos meses en Plaza de Mayo demandaron por la ubicación del submarino, tras el acto en la Base Naval (en la mañana asistieron a una misa allí mismo) volvieron a reunirse en el acceso embanderado para insistir en su reclamo de "verdad y Justicia".