Al costado de la ruta 150 que va desde Jáchal hacia Iglesia, de fácil acceso y a simple vista, se encuentra este paraje. Son unos 10 minutos de camino pavimentado y recto. Sólo hay que tomar la ruta hacia el Este en la salida del pueblo de Jáchal, pasar un badén y, al levantar la vista, ya se puede apreciar a lo lejos este oasis. Con un paisaje que lo distingue, Pachimoco se hace notar ya desde unos metros antes de llegar a él. Es que luego de un camino llano, relativamente desértico (salvo por algunas jarillas y plantas silvestres), se comienza a ver desde lejos el verde intenso de la arboleda que rodea a este lugar. Un bosque, una presa hidroeléctrica y una escuela son los únicos elementos que se encuentran en este paraje. Y justamente, la combinación de agua y la sombra de los árboles son los elementos perfectos para pasar un rato en este lugar antes de continuar viaje. Es un sitio ideal para pasar el día o acampar.

Es una zona de pie de monte, en donde el río Jáchal fue arrastrando y dejando restos arqueológicos. Basta con caminar unos cuantos metros en lo que antes fue el lecho del río para apreciar a simple vista estos pedazos de historia, representados en restos de vasijas y puntas de flecha. Es por su riqueza arqueológica que los lugareños quieren convertir a la zona en área protegida.

En total, Pachimoco tiene 25 kilómetros cuadrados. El área del bosque es de alrededor de 4 kilómetros cuadrados y cuenta con flora autóctona compuesta esencialmente por algarrobos, jarillas y retamos. Pero también hay flora introducida por el hombre que, según los lugareños, fue plantada cuando construyeron la presa hidroeléctrica. Por lo que también se observan pinos y palmeras. En días de calor, según cuentan los habitantes de Pachimoco, la gente se mete al agua en el sector habilitado para el ingreso, mientras toman sol y hacen un asado al costado.

En total sólo hay tres matrimonios viviendo en este paraje.